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((**Es6.707**) religioso y moral, eran insoportables para el infierno, el cual, con permiso de Dios, intentaba vengarse atrozmente.Y así sucedió también esta vez, como vamos a contar. Nuestra narración está tomada de los escritos de don Juan Bonetti, don Domingo Ruffino, José Reano, Pedro Enría y otros testigos. Era la noche del día 15 de mayo. <>-Rezad y estad siempre preparados para la muerte, que puede llegar en cualquier momento. Mirad; todos los días suceden desgracias; uno que se cae desde una gran altura, otro que es acometido por unos asesinos, éste que muere ahogado, ése de un síncope, aquél herido por un rayo... y otros de distinto modo; pero si estamos preparados no hemos de temer a la muerte, venga como venga. >>Parecía que don Bosco presagiara algún mal y mandó rezar aquella noche tres avemarías para que no ocurrieran desgracias durante la noche>>. Los muchachos subieron a sus dormitorios. En el dedicado a san Luis, en el último piso del edificio, mirando ((**It6.937**)) al nordeste y al mediodía, y correspondiente en parte con la habitación de don Bosco, que estaba debajo, se celebraba como en los otros, el mes de María. Dormían en él unos sesenta aprendices y el clérigo Juan Bonetti era su asistente. Antes de acostarse, se arrodillaron todos ante el altarcito adornado con luces y flores y, después de rezar como de costumbre las siete avemarías en honor de los siete dolores de la Santísima Virgen, el clérigo Bonetti movido no sabemos por qué sentimiento, invitó a los jóvenes a añadir otras tres, diciendo: -Recemos tres avemarías más para que la bienaventurada Virgen nos libre de toda desgracia. Los muchachos, sorprendidos por la novedad, las rezaron con toda devoción, y se acostaron. Aquella noche no se decidía don Bosco a ir a descansar. Subió las escaleras con evidente desgana y, cuando estuvo en la habitación, se puso a escribir. Pero, no pudiendo seguir aquel trabajo porque le dolían los ojos, y como le repugnara acostarse, se estuvo paseando por la habitación hasta que, a eso de las once, se acostó. Tan pronto como se durmió le parecía que le tiraban de los pelos como si quisieran arrancárselos, Soñaba que tenía en derredor de su cabeza unos animales que le mordían, forcejeaba con la mano por librarse de sus garras, pero no le era posible. Poco después de media noche, cuando toda la comunidad estaba sumida en el primer sueño, se levantó una gran tempestad y comenzaron (**Es6.707**))
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