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((**Es6.625**) >>En el Oratorio se siente un gran bienestar. Don Bosco dijo en medio de un gran corro de muchachos en tiempo de recreo: >>-Hay jóvenes en la casa que aventajan en piedad a Domingo Savio. Uno especialmente, poco conocido, me supo decir después de la misa los pensamientos y distracciones que yo tuve durante la misma>>. Escriben Ruffino y Bonetti el 12 de enero: <>-La noche pasada vi a la muerte que te amenazaba. Cuando estuvo a tu lado la observé en actitud de descargar un golpe terrible sobre ti con su tremenda guadaña. Al ver esto, corrí inmediatamente a detener su brazo; pero ella, dirigiéndose a mí, me dijo: >>-Déjame. Este no es digno de vivir. Por qué se ha de tolerar que siga en el mundo quien no corresponde a tus cuidados y abusa de tal forma de las gracias del Señor? >>Mas yo insistí para que te perdonara y al fin te dejó>>. Aquel pobrecito, al oír el relato de este sueño, quedó tan preocupado y conmovido que, entre lágrimas y sollozos, hizo su confesión y formuló numerosos propósitos. Don Bosco contó aquella misma noche el sueño y todo lo sucedido a la comunidad, sin decir que había sido él quien había tenido el sueño ni indicar la relación del mismo con un alumno del Oratorio. Todo habría quedado en secreto si el joven Bartolomé C., apenas bajó don Bosco de la tribuna no se hubiese acercado al clérigo Bonetti para comunicarle, en el seno de la confianza, que había sido el mismo don Bosco quien había tenido aquel sueño y que él era el joven a quien el siervo de Dios había llamado aquella mañana. El muchacho terminó asegurando, con la mayor candidez, que, desde que hiciera la primera comunión, no se había confesado bien, pero que, afortunadamente, al presente sus cuentas con Dios estaban completamente arregladas. ((**It6.829**)) La crónica de Ruffino, con fecha 13 de enero continúa: <>Un alumno, habiéndose encontrado con Don Bosco en el patio, le preguntó: >>-Dígame, cómo es que, habiéndose confesado casi todos el día de Navidad, vio usted a tantos en el sueño en tan deplorable estado? >>-Me has preguntado una cosa, replicó don Bosco, que no puedo aclarar; yo lo sé, pero, aunque no estoy obligado a secreto, en (**Es6.625**))
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