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((**Es6.596**) despachando la correspondencia o tratando graves asuntos temporales, o después de larguísimas y cansadas audiencias. Y don Bosco sugería en aquellas confesiones a los penitentes unos pensamientos tales, y con tal unción, como quien acaba de celebrar. Nos aseguraba don Luis Piscetta: <>. <> En efecto, aquellos mismos días, aunque indispuesto, había aceptado el compromiso de ir a predicar en Saluggia donde le esperaba con grandes deseos el arcipreste don Juan Fontana. Pero aproximándose el día de cumplir la promesa, se sintió tan postrado de fuerzas que no se atrevió a resistir las fatigas del viaje. Buscó entonces a un sacerdote que aceptase suplirle y dirigióse al teólogo Appendini de Villastellone. Queridísimo señor Teólogo: Veamos si puede sacarme de un apuro. Yo tendría que ir a predicar unos Ejercicios Espirituales a Saluggia (una meditación diaria) el día de la Inmaculada ((**It6.790**)) Concepción, pero mi estado de salud me lo impide. Podría usted suplirme? Es un buen pueblo y un buen párroco; le escribo después de aconsejarme con el canónigo Anglesio. Si me escribe pronto, me hace un gran favor y quedaré más tranquilo. Tomasito está bien y se porta admirablemente. Que el Señor le acompañe y créame siempre suyo. Seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. En el Oratorio debieron alegrarse de esta determinación de don Bosco, pues cuando se alejaba de ellos, especialmente en invierno, quedaban preocupados por su salud. El frío de la estación y otros inconvenientes inevitables, hacían más duros los trabajos del púlpito y del confesonario. Tanto más cuanto que de nada se quejaba, nada pedía, aunque a veces, sin perder su jovialidad, sabía hacer una advertencia, (**Es6.596**))
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