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((**Es6.553**) el resultado superaba sus esperanzas y las de los demás, exclamó: -íNo sólo un retrato, sino una estatua se merece don Bosco! También el canónigo Vogliotti fue a visitar el Seminario, ya avanzado el curso escolar, y quedó muy satisfecho y admirado de la reforma; al ver en el patio los columpios, las paralelas y otros aparatos gimnásticos, dijo: -íYa se conoce que don Bosco ha entrado aquí! Pero don Bosco, deseando que nadie turbara el orden que había entrado con él, dio esta consigna a don Juan Grassino y al clérigo Vaschetti: -No cedáis ni un ápice de vuestra autoridad, que debe ser total y absoluta, porque de lo contrario no haréis nada. Y recomendaba al clérigo que atendiese y aconsejase al Rector, cuando se inclinase de algún modo a doblegarse ante las insistencias de ciertos personajes influyentes del pueblo. Al mismo tiempo le daba prisa para que insistiera ante la Curia que mantuviera su promesa de redactar y publicar el decreto por el que se confería al Rector interno una autoridad independiente de cualquier otra extraña ingerencia. Vaschetti obedeció; don Bosco formalizó en Turín los requisitos que le correspondían; pero la Curia tardó seis meses en publicar el decreto. (**Es6.553**))
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