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((**Es6.48**) lo más posible por todas las ciudades y villas sujetas a su espiritual jurisdicción. Este es el motivo por el cual, para el cumplimiento de los deseos de Su Santidad, participo todo esto a V.S. Ilustrísima y Reverendísima, rogándole, ((**It6.47**)) al mismo tiempo aceptar los sentimientos de mi más distinguida consideración, mientras beso con afecto cordial la mano, De V.S.I. y Rev. Roma, 22 de mayo de 1858 Su seguro servidor CONSTANTlNO, Card. Vic. Esta carta circular obtuvo el efecto deseado; desde entonces comenzaron a difundirse las Lecturas Católicas, no sólo por los Estados Pontificios, sino por casi todas las diócesis de Italia, ya que muchos obispos, siguiendo el ejemplo del Vicario de Jesucristo, las recomendaron a sus párrocos y éstos a los fieles. Con ello se alcanzaron ventajas: el bien espiritual de mayor número de almas, que adquirieron más cultura religiosa para crecer en la virtud y una fuente de beneficencia para nuestro Oratorio, pues, al aumentar los suscriptores a estas Lecturas, creció, por una parte, el trabajo para emplear a más aprendices y, por otra, la módica ganancia que se sacaba facilitó a don Bosco los recursos para admitir más muchachos pobres en su internado y proporcionarles alimento y vestido, junto con una buena educación. Por éste y otros insignes favores que María Santísima había hecho a don Bosco al inspirarle el viaje a Roma, contraía el Oratorio la obligación de rendirle especial acción de gracias. Así parecía lógica la idea de una nueva peregrinación a la Virgen del Campo. En efecto, en aquel santuario habíase obtenido el año 1846 la sede estable en la casa Pinardi, y aquel año parecía asegurada, después de la adhesión del Papa a los planes de don Bosco, la perpetuidad de la Institución. Una invitación al párroco de dicho santuario marcó la fecha. Leemos en Armonía del 21 de septiembre: ((**It6.48**)) En la parroquia de la Virgen del Campo, de los alrededores de Turín, se celebró el doce del mes corriente la fiesta del Santísimo Nombre de María. Hubo una gran concurrencia de fieles lo mismo a la comunión general que a las sagradas funciones de la mañana y de la tarde. Y si bien se ha celebrado siempre esta fiesta en esta pequeña parroquia, con manifestaciones de piedad y devoción, este año fue más conmovedora que de costumbre, por cuanto las sagradas funciones fueron acompañadas con los dulces cantos y la armoniosa música de los muchachos del Oratorio de San Francisco de Sales, dirigidos y educados por el incansable y celosísimo don Bosco. Muchos feligreses lloraban de emoción y todos encomiaban su habilidad.(**Es6.48**))
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