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((**Es6.449**) cubierto, que daba acceso al despacho del portero y por éste se pasaba a un salón, que servía de recibidor para los parientes de los alumnos. Por tanto, quedaba, entre las escuelas y la portería, un espacio a la intemperie que conducía desde el portón hasta el patio, para el paso de carruajes, y don Bosco determinó cubrirlo con una gran bóveda de ladrillos. Llamó al empresario, pidióle hiciera un presupuesto, y luego que ejecutara la obra. Aquél advirtió a don Bosco que solamente la armadura del techo le iba a costar unas dos mil liras. -Haga el cálculo total de gastos, replicó don Bosco; que no faltará lo que sea necesario. Estaba presente al diálogo el joven Carlos Buzzetti, a la sazón simple albañil. Indignado al ver cómo engañaba a don Bosco un hombre que no buscaba más que su propio lucro, esperó a que el empresario se alejase, y dijo a don Bosco: -Ese señor, si no me equivoco, quiere enriquecerse a expensas de don Bosco. -Qué dices? -Digo que dos mil liras son un disparate. -En cuánto tasas tú esta obra? -Creo que se puede hacer con seiscientas o setecientas liras. -La armadura? -No, toda la obra. ((**It6.597**)) -Pues bien, te doy mil a ti, si eres capaz de ejecutar mi plan... -Mil son demasiadas liras. Tal vez basten quinientas. -Si te atreves, hazlo, hazlo en hora buena. Buzzetti aceptó. Convencido don Bosco de que el empresario abusaba de su buena fe, decidió despedirlo; pero no en seguida y, además, con delicadeza. Como quiera que todavía debía acabar algunas reparaciones en casa, suspendió el reciente encargo y le dijo que necesitaba que sus albañiles atendieran a lo que era más apremiante. Carlos Buzzetti puso manos a la obra, como había prometido, y en breve la acabó. Los gastos de esta obra corrieron a cargo de don José Cafasso, que había entregado a don Bosco una importante cantidad, probablemente para la compra de la propiedad de los Filippi. La revista El Apologista Católico de septiembre de 1860, afirmaba que el montante pasaba de cuarenta y cinco mil liras. Don Bosco habló varias veces con don Juan Cagliero de este importante donativo, añadiendo que don José Cafasso le había mandado que no lo dijera a nadie. Sin (**Es6.449**))
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