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((**Es6.418**) ((**It6.556**)) -No puedo hacerlo y no lo haré hasta que no me hayan mostrado quién los manda, con qué autoridad y por qué motivo. Y guárdense mucho de pasar a los hechos, porque en tal caso gritaré: íladrones, ladrones!, por todo el Oratorio; haré tocar a rebato, llamaré a mis queridos muchachos y vecinos en mi ayuda y considerándoles a ustedes como agresores y violadores del domicilio ajeno, les obligaré a alejarse de aquí para su daño. Verdad es que ustedes podrán intentar llevarme preso, pero en tal caso cometerán una acción reprobable ante Dios y ante los hombres. Habló manteniendo siempre su calma e igualdad de ánimo. Cuando terminó, se le acercó un guardia para ponerle las manos encima, pero como Túa y Grasselli reflexionaron finalmente, que era justo lo que don Bosco pedía, el delegado entró en razón y se lo impidió replicando: -Por cuanto sea posible, hagamos las cosas sin litigios. Dijo después a uno de sus colegas: -Vaya usted por el decreto que hemos olvidado en el despacho del jefe. Salió en seguida aquel abogado, pero pasó una media hora larga antes de volver. Durante aquel rato terminó don Bosco el coloquio con el muchacho recomendado y con la madre, que no se había movido de allí, asombrados ante la inesperada discusión que habían contemplado y cuyo alcance ignoraban. Don Bosco, por su parte, no sabía cómo compaginar la recomendación del Ministro, aunque prevista, con un mandamiento de registro y amenaza de arresto por parte del Gobierno. Era aquello un acto de hipocresía? Era una trampa? O bien había sido dictado el decreto por una autoridad subalterna y sin conocimiento del Ministro de Gobernación? De todos modos don Bosco, después de tratar con la madre de algunas condiciones para la aceptación, no dudó ni un momento ((**It6.557**)) en admitir definitivamente al pobre muchacho entre sus alumnos diciéndole: -Hijo mío, te quedas aquí conmigo y comerás el pan de don Bosco. Sintióse feliz de que la divina Providencia le ofreciese la ocasión de devolver bien por mal a los que, en lugar de agradecerle lo que hacía para reducir el número de golfillos, y dar a la sociedad ciudadanos cultos y honrados, se lo pagaban con actos hostiles, tratándole como a un conspirador y perturbador del orden público. (**Es6.418**))
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