Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es6.274**) Dios en el paraíso. El es una prenda de mi eterna salvación y me quedará agradecido y rezará por mí. Y no sería, además, una gran suerte tener en el momento de la muerte a nuestro lado un confesor que nos conozca bien y pueda confesarnos con una sola palabra: A propósito de la estima que tíene el confesor a su penítente, os contaré dos hechos que le sucedieron a san Francisco de Sales. Un día cierto penitente suyo que le había confesado todos los desórdenes de su juventud, dijo al buen Obispo, que le daba los avisos oportunos con gran efusión de corazón: -Sin duda que me habláis así por compasión, pero en lo íntimo del alma me tenéis un gran desprecio. -Sería yo culpable, contestó san Francisco, si después de una confesión tan buena os tuviera todavía por pecador, cuando, por el contrario, os veo más blanco que la nieve, semejante a Naamán al salir del Jordán. Os amo como a hijo mío, puesto que mi ministerio os ha hecho renacer a la gracia, os tengo una estimación tan grande como el afecto que os profeso, al ver que de vaso de ignominia que erais, os habéis convertido en vaso de honor y santidad. íAh, cuán querido me es vuestro corazón, ahora que ama a Dios con todas su veras! ((**It6.358**)) preguntóle casi lo mismo cierta penitente que se había confesado de muchos pecados, y respondió: -Ahora os miro como a una santa. -Pero, replicó ella, vuestra conciencia os dirá lo contrario. -No, añadió él, os hablo según mi conciencia. Antes de vuestra confesión, sabía de vos muchas cosas desagradables, que corrían por todas partes, y esto me dolía, por la ofensa a Dios y por respeto a vuestra reputación; pero ahora sé qué responder a cuanto se pueda decir contra vos. Diré que sois una santa y diré la verdad. -Pero, padre, el pasado sigue siendo verdad. -De ningún modo, porque si los hombres os juzgaren como el fariseo juzgó a la Magdalena después de su conversión, tendréis por defensores a Jesucristo y a vuestra conciencia. -Pero, en fin, padre mío, qué pensáis vos de mi pasado? -Os aseguro que no pienso nada, porque, cómo queréis vos que mi pensamiento se detenga en lo que ya no existe ante Dios? No pensaré más que en alabar a Dios y celebrar la fiesta de vuestra conversión. Sí, quiero celebrar esta hermosa fiesta con los ángeles del cielo, que celebran el cambio de vuestro corazón. Y como quiera que al decir esto, tenía el rostro bañado en lágrimas, le dijo la penitente: -Sin duda que estáis llorando por mi vida abominable. -No, replicó el santo Prelado, lloro de alegría por vuestra resurrección a la vida de la gracia. Habéis entendido, mis queridos amigos? Sin embargo, si aún después de todas estas razones no os sentís con ánimos para abrir completamente la conciencia a vuestro confesor, antes que cometer un sacrilegio, cambiadlo e id a otro. 23 de diciembre Quiero que estéis alegres en las fiestas de Navidad, muy alegres. Recomendaremos al señor Prefecto que dé las órdenes oportunas al cocinero. Os gusta así? Yo miraré por la alegría del cuerpo y vosotros, juntamente conmigo, miraréis por la alegría del alma. El Niño Jesús que nació en estos días, y quiere volver a nacer cada (**Es6.274**))
<Anterior: 6. 273><Siguiente: 6. 275>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com