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((**Es6.176**) para la guerra, incluso los edificios destinados para alojamiento militar y atención de heridos. La Residencia Sacerdotal de San Francisco de Asís estaba destinada a hospital militar y don José Cafasso decía a sus alumnos al despedirlos: -No os entusiasméis con la política. La política del sacerdote es la del Evangelio y de la caridad. Encontraréis mucha agitación en los pueblos, porque en todas partes se habla de política y de guerra. Sed prudentes. Si por acaso, en conversación o yendo de viaje, alguien os preguntare: -Señor cura, qué dice usted de todo esto?, responded: -Yo no digo nada, yo rezo. -Y por quién reza, por nuestros soldados o por los austríacos? -Rezo para que todo vaya bien. Así se esquiva toda contestación. Las mismas advertencias prácticas daba don Bosco, como lo hizo siempre, a sus clérigos, para que no se metiesen en cuestiones políticas. Pero la política amenazaba mientras tanto con dejar vacías las catequesis cuaresmales. Contaba Pedro Enría: <((**It6.223**)) que ellos llamaban simulacros de batallas, pero que enardecían los ánimos y acababan siempre en verdaderas tempestades de piedras. Estos juegos peligrosos se repetían casi todos los días festivos, y yo fui espectador de los mismos más de una vez. >>Un domingo entró don Bosco en la iglesia para dar el catecismo y, con gran sorpresa suya, no encontró más que a los alumnos internos. >>-Dónde están los demás? -preguntó. >>Pero nadie supo decírselo. Salió entonces al camino de La Jardinera y vio una multitud de muchachos que, en el campo, donde más tarde se construyó la iglesia de María Auxiliadora, combatían encarnizadamente. Había más de trescientos, todos entre los quince y los dieciocho años, y se lanzaban gruesas piedras. Entonces don Bosco se metió en medio de la refriega. Yo estaba mirando desde lejos y temía ver a don Bosco herido por las muchas piedras que caían a su alrededor, mas no fue así. No le tocó ni una y tuve que convencerme de que la Santísima Virgen le cubría con su manto como con un escudo. Avanzó unos cincuenta pasos y, cuando todos lo vieron, se pararon a su invitación, se acercaron a él y con buenos modos los persuadió para entrar en la iglesia. Ninguno intentó escapar y don (**Es6.176**))
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