Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es6.125**) Por último, mandó Jesús al leproso curado que no dijera nada a nadie. íAdmirad la humildad de Jesús! No quiere que se sepa un milagro tan estupendo. Verdadera lección para nosotros que deseamos la alabanza de los otros por el bien que hacemos por insignificante que sea, y vamos a contar a fulano y a zutano nuestros méritos y virtudes, para que nos tengan por hombres de bien, por personas honradas. Jesús no hizo así, no; quería que sólo su Padre supiese el bien que realizaba. Lo mismo tenemos que hacer nosotros: no hay que obrar bien para que nos vean y nos alaben, sino únicamente para agradar a Dios y, por cuanto se pueda, ocultar a los hombres lo poco bueno que hagamos. Si no podemos ocultarlo, dejemos en hora buena que los hombres lo vean, pero andemos alerta para no enorgullecernos, pues destruiríamos ante Dios lo que hubiéremos hecho. (**Es6.125**))
<Anterior: 6. 124><Siguiente: 6. 126>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com