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((**Es5.94**) se ofrecieron a prestar sus servicios a los coléricos, lo mismo en los lazaretos, que en sus domicilios. Estos muchachos están suficientemente preparados en lo que se precisa para atender a los enfermos espiritualmente, sugiriéndoles piadosos sentimientos, palabras de aliento, y para hacer de enfermeros. Movidos por el espíritu de don Bosco, que más que su superior es su padre, se acercan sin temor a los enfermos, infundiéndoles aliento y confianza, no sólo con sus palabras, sino con sus actos, tomándoles de las manos, dándoles friegas, sin manifestar miedo ni asco. Al contrario, entran en casa de un enfermo, se dirigen a las personas aterrorizadas, invitándolas a retirarse si tienen miedo, mientras ellos prodigan toda suerte de cuidados, salvo si se trata de personas de otro sexo, en cuyo caso ruegan la presencia de alguno de casa, si no junto a la cama, al menos en lugar conveniente. En caso de muerte del enfermo, le suministran los últimos servicios, menos cuando se trata de una mujer. ((**It5.116**)) >>Además de los catorce de la lista, hay unos treinta alumnos más del buen sacerdote, igualmente preparados para ayudar espiritual y corporalmente a sus compañeros, si por desgracia hubiera necesidad. >>Hemos querido insistir de un modo particular en los servicios de esta valiosa institución, porque constituye una verdadera deuda la que tenemos con ella, de rendir testimonio de sus obras a los piadosos bienhechores, que la sostienen con su caridad. Algunas semanas ha, nos dirigíamos a su generosidad para cubrir las gravísimas necesidad del Oratorio. Nuestras palabras tuvieron éxito y agradecemos también el nombre del Rector del establecimiento, tanta munificencia. Estamos seguros de que les gustará saber, al menos, en parte, que sus limosnas a estos pobres muchachos han dado su fruto y éste será nuevo estímulo a su caridad, que no dejará abandonados a su necesidad a quienes saben sacrificar su propia vida por la de sus hermanos>>. Hasta aquí el insigne periódico Armoniá en el número 112, correspondiente al 16 de septiembre de 1854. Pero los muchos trabajos de don Bosco con sus piadosas atenciones a los enfermos de Turín no le absorbían tanto como para olvidar la desgracia de los que vivían fuera de la capital. Habiéndose enterado de las muchas víctimas que causaba en Pinerolo la cruel enfermedad, y bien seguro del valor de sus hijos, escribió al Alcalde de la ciudad, ofreciéndole algunos de sus enfermeros para atender a los enfermos. El Alcalde le respondió: Pinerolo, 2 de octubre de 1854 Ilustrísimo Señor: Es mi deber rendir gracias a V.S.M.R. por su generoso y piadoso ofrecimiento de cuatro jóvenes para dedicarse a socorrer a la mísera humanidad, cuidando a los enfermos del cólera en Pinerolo. Si llegan a ser necesarios ((**It5.117**)) más enfermeros para el servicio de los enfermos recogidos en el lazareto de Pinerolo, dispondré de su graciosa oferta, mas por el momento parece que el cólera asiático va tocando a su fin; de unos días a esta parte disminuye el número de víctimas y espero que no aumente la intensidad del mal. (**Es5.94**))
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