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((**Es5.92**) -Sí, contestó; te lo diré la víspera de tu consagración. Y fue por la tarde de aquel día cuando don Bosco, paseando a solas con monseñor Cagliero en su habitación, le dijo: ->>Recuerdas aquella grave enfermedad que pasaste cuando eras joven y al empezar tus estudios? -Sí señor, me acuerdo, respondió Cagliero, y me acuerdo de que usted fue a administrarme los últimos sacramentos y no lo hizo; me dijo que curaría y que, con el breviario bajo el brazo, iría lejos, lejos, a trabajar en el sagrado ministerio sacerdotal... Y no me dijo nada más. -Pues bien, agregó don Bosco, escucha. Y le contó, con pelos y señales, las dos visiones. Monseñor Cagliero, después de oírlo todo, rogó a don Bosco que aquella ((**It5.113**)) misma tarde contara durante la cena a todos los hermanos del Consejo Superior aquellas visiones. Y como don Bosco no sabía negarse, sobre todo cuando se trataba de la gloria de Dios y el bien de las almas, condescendió y contó, ante todo el Consejo, lo mismo que acabamos de narrar. Nosotros escribimos estas páginas aquella misma noche, al dictado de monseñor Cagliero. (**Es5.92**))
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