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((**Es5.614**) -Todavía no; querría ver. ->>Y cómo hacer? -Mande traer una caña y un cerillo. Trajeron la caña y el cerillo, que puesto en la punta de la caña, no llegaba al fondo. Llevaron una segunda caña, que tenía en la punta un ganchillo de hierro. Así consiguieron tocar la losa del sepulcro de San Pedro. Estaba a siete u ocho metros de profundidad. Golpeando suavemente, el sonido que subía indicaba que el ganchillo tocaba unas veces hierro, y otras mármol. Lo cual confirmaba lo escrito por los antiguos historiadores. Don Bosco observaba todo con mucha diligencia para la revisión de la vida de San Pedro que ya tenía escrita, en la que seguía las obras de Sartorio, Cuccagni y los días veintinueve y treinta de junio de la de los Bolandistas. (**Es5.614**))
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