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((**Es5.585**) muchos encargos que le dieron antes de salir de Turín. De repente, oyó que le saludaba una voz amiga. Era la del padre jesuita Bresciani, quien lo invitó a pasar por la redacción de la Civilt… Cattolica, donde le esperaban otros padres de la Compañía. Y don Bosco, prometió que lo haría en los días siguientes. El veinticuatro de febrero entraba en la famosa basílica de Santa María la Mayor, edificada por encargo de la Virgen sobre el monte Esquilino, donde el cuatro de agosto del trescientos cincuenta y dos cayó milagrosa y abundante la nieve anunciada. Allí ((**It5.824**)) veneró la cuna del Salvador, el cráneo del apóstol Matías expuesto en la capilla bajo el altar papal, por ser el tiempo de estación, 1 y una pintura atribuida a San Lucas, que representa a la Santísima Virgen. Por la tarde, después de la comida, de rigurosa abstinencia, como estaba prescrito en Roma para todos los miércoles de cuaresma, entabló conversación con sus nobles anfitriones sobre esta ley rigurosamente observada por toda clase de personas, tanto que ni en los mercadillos públicos, ni en las tiendas podía comprarse carne, huevos ni manteca. Por consiguiente, salió a relucir la antipatía que sienten los protestantes contra la mortificación cristiana, las reliquias de los santos, el recuerdo de sus heroicos sufrimientos y contra todo lo que sabe a penitencia o huele a sobrenatural. La señora Francisca De-Maistre, narró entonces un suceso digno de recuerdo: -El año pasado estuvo aquí el Vicario General de Siena. Entre las cosas que solía contar figura lo relativo a San Galgano, soldado. Murió este santo hace siglos, y su cuerpo se conserva incorrupto; pero lo maravilloso es que cada año se le cortan los cabellos, que vuelven a crecer insensiblemente y alcanzan la misma longitud durante el año siguiente. Un protestante, al oír semejante prodigio, se echó a reír y dijo: -Déjenme a mí sellar la urna de la cabeza y, si crecen lo mismo los cabellos, yo reconoceré el dedo de Dios en el prodigio y me haré católico. Se lo comunicaron al Obispo el cual contestó: -De acuerdo; yo pondré mi sello episcopal para la autenticidad de la reliquia y él que ponga el suyo para asegurarse del hecho. Así se hizo. Pero el protestante, impaciente por ver si el hecho empezaba a verificarse, pidió algunos meses después que se abriera 1 Durante el tiempo de cuaresma y otros períodos, hay en Roma iglesias señaladas para lucrar las indulgencias, precisamente llamadas estacionales. Es lo que sucedía aquel día en Santa María la Mayor. (N. del T.) (**Es5.585**))
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