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((**Es5.555**) Con el pensamiento siempre fijo en sus muchachos, don Bosco veía acercarse el fin de sus ejercicios, en los que predicó hasta el último momento de su estancia en el pueblo. Aún a la hora de marchar, acompañado por los lugareños durante un trecho del camino, subido a una especie de carricoche, que le esperaba en un cruce donde se ensanchaba la carretera, dijo con toda su voz a la gente: -Recordaos de esto y de aquello; no olvidéis aquel aviso y las promesas hechas al Señor. ((**It5.781**)) -Sí, sí, respondían todos. Algunos le aseguraban que no olvidarían lo que les había recomendado en la confesión. Y así se volvió al Oratorio para clausurar la novena de María Inmaculada y comenzar la de Navidad. Don Bosco decía más tarde: <>. Tampoco la olvidaron los buenos aldeanos. Uno de nuestros hermanos nos dio la siguiente relación escrita: <>-Yo le conocí, decía aquel buen hombre, yo le conocí. Estuvo aquí el año 1857 para predicar los ejercicios... íQué de gente iba a sus sermones! íEra un encanto oírlo!... Yo le acompañé al marchar. Había nevado, hacía mucho frío y soplaba un viento fuerte. Recuerdo que una racha le llevó el sombrero. Corrí, lo agarré y él no cesaba de agradecérmelo... íAh! Aquel hombre era un santo. Baste decir que es don Bosco. Si usted va a Turín dígaselo, >>sabe?, dígale que estuvo en mi casa. >>Fui a Turín y narré lo sucedido a don Bosco. El ((**It5.782**)) sonreía y parecía complacerse riendo con lo que yo le contaba. Después dijo: -Todavía me acuerdo de aquellos días. >>Te ha dicho lo largos que eran mis sermones? -Al contrario, don Bosco... -Pues mira; has de saber que tenía el valor de estar hasta tres horas en el púlpito. (**Es5.555**))
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