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((**Es5.509**) José Reano y José Lazzero, que había vuelto al Oratorio el tres de agosto. Les decía: -Tendría que dar paseos largos, lo mismo con los mayores de la casa, que con los pequeños, y así, a la par que estos ejercicios irían muy bien para mi salud, podría conversar con mis amigos de tantas y tantas cosas. Y también, para librar mi mente oprimida por tantas preocupaciones, preferiría pasar los recreos con mis hijos para entretenerlos, haciendo juegos de prestidigitación, el de la varita mágica y otros; pero... es demasiado el trabajo que llevamos entre manos... y, en fin, el mejor paseo y el juego que más me gustaría es el de poder llevar a diez mil muchachos al cielo. Verdaderamente no tenía un momento de sosiego. Las pruebas de imprenta de tres folletos de las Lecturas Católicas, enviados por Paravía, llenaban su escritorio. Allí estaba el de septiembre: Vida de los sumos Pontífices San Sixto y San Telesforo, San Higinio y San Pío I, con un apéndice sobre San Justino, apologista de la Religión y mártir, por el sacerdote Juan Bosco (E). Al final, iba impresa una oda de Silvio Péllico, como ilustración de la vida de San Justino. El correspondiente a octubre trataba un hecho conmovedor, de un valor heroico para abrazar la verdad, con el título de: La jovencita María, o sea, la conversión de una familia protestante; por un canónigo de S. Diez.1 El librito de noviembre, se titulaba: Entretenimientos familiares sobre la supremacía del Papa y sobre la salvación exclusiva en la Iglesia Católica para impugnar los ((**It5.717**)) principales argumentos de los valdenses contra la Iglesia Católica Romana. Este opúsculo anónimo empleaba la forma de diálogo y refutaba especialmente la obra de Amadeo Bert, ministro valdense en Turín, que se titulaba: Los valdenses, esto es, los cristiano-católicos, según la iglesia primitiva, etc. El hereje pretendía demostrar que la Iglesia Romana, según él, había cambiado la doctrina enseñada por los Apóstoles. Se cumplían, una vez más, los propósitos que Isaías pone en labios de los impíos: <>. 2 Don Bosco, a modo de prólogo del folleto, escribía la siguiente: 1 No logramos saber a dónde pertenecía el tal canónigo de <>. (N. del T.) 2 Isaías, XXVIII, 15. (**Es5.509**))
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