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((**Es5.365**) Queridísimo hijo: Retardaba mi contestación porque tenía por segura su ida a los Ejercicios de San Ignacio. Ayer he sabido que había algunas dificultades, y por ello le escribo comunicándole que salgo mañana para San Ignacio, donde pemaneceré durante toda la tanda de ejercicios espirituales. Después del veinticinco del corriente mes estaré de nuevo fijo en Turín. Si algo le ocurriese durante ese tiempo, cuente, en lo que yo pueda serle útil con éste, que se profesa en el Señor. Turín, 13 de julio de 1856 Su afmo. amigo JUAN BOSCO, Pbro. En aquellos mismos días celebró una reunión con la conferencia aneja a la Sociedad de San Vicente de Paúl y, entre otras cosas, recomendó la oración. Anunció que debía ir de ejercicios ((**It5.511**)) al santuario de San Ignacio donde prometió rezar por todos y particulargamente por los chicos del Oratorio. Les señaló que con las oraciones de los católicos se puede alcanzar un gran bien y producir efectos extraordinarios hasta en tierras muy lejanas, como por ejemplo, en América, bien sea por la comunión de los santos, bien sea porque al rezar por quienes no viven unidos a la Iglesia, la oración de los católicos es escuchada por Dios con la premura que un padre escucha la voz de sus propios hijitos. En las falsas religiones, en cambio, la oración es estéril, muchas veces no la escucha el Señor, y hasta puede ser un insulto a la Divinidad. Terminó recomendando encarecidamente y con expresiones de gran humildad su pobre alma a las oraciones de los reunidos. En aquel momento entró en la sala el caballero Peyron; saludó a don Bosco respetuosamente, y, después de oír sus últimas palabras, le dijo con gran veneración: -Don Bosco, no vaya usted a convertirse en los ejercicios de San Ignacio, íeh! íNo se convierta, por favor! Así nos lo contó José Reano allí presente. El día catorce de aquel mes de julio iba don Bosco a San Ignacio, acompañado de los clérigos Rúa, Rocchietti, José Bongiovanni, Pettiva y Momo. En medio de las ocupaciones del ministerio sacerdotal encontró tiempo para reunir a los miembros de las Conferencias turinesas de San Vicente de Paúl que habían subido allí para hacer su retiro anual. Concurrieron el conde Cays, el caballero Gonella y otras personas distinguidas. Se hizo una colecta, que produjo ventidós liras. Este dinero era destinado a las familias más pobres del los chicos que frecuentaban el Oratorio festivo. La noticia fue comunicada a (**Es5.365**))
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