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((**Es5.343**) y los invitó a unirse a él para formar una pequeña Compañía que llamaron de la Inmaculada Concepción. El fin que ésta se proponía era granjearse la protección de la Madre de Dios durante la vida, y de modo especial en punto de muerte. Dos medios se proponían para ello: ejercitar y promover prácticas piadosas en honor de la Inmaculada y frecuentar la comunión. De acuerdo con sus amigos, y con la eficaz ayuda de José Bongiovanni, redactó un reglamento y, tras no pocos retoques, el 8 de junio de 1856, nueve meses antes de su muerte, lo leía con ellos ante el altar de María Santísima. Con gusto lo insertamos aquí para que pueda servir de norma a otros que quieran imitarlo. Nosotros, Domingo Savio, etc... (siguen los nombres de otros compañeros) para granjearnos durante la vida y en trance de muerte la protección de la Virgen Inmaculada y para dedicarnos enteramente a su santo servicio, hoy, ocho del mes de junio, fortalecidos con los santos sacramentos de la confesión y comunión, resueltos a profesar a nuestra Madre celestial una filial y constante devoción, nos comprometemos ante su altar y con el consentimiento de nuestro ((**It5.480**)) director espiritual, a imitar en cuanto nos lo permitan nuestras fuerzas a LUIS COMOLLO, para cuyo fin nos obligamos: 1.° A observar rigurosamente el reglamento de la casa. 2.° A edificar a nuestros compañeros amonestándoles caritativamente y exhortándoles al bien con nuestras palabras y mucho más con nuestro buen ejemplo. 3.° A emplear escrupulosamente el tiempo. Y para asegurarnos la perseverancia en el estilo de vida que nos proponemos, sometemos a nuestro director el siguiente reglamento: 1. Como regla principal prometemos una rigurosa obediencia a nuestros superiores, a los que nos sometemos con ilimitada confianza. 2. Nuestra primera y especial ocupación consistirá en el cumplimiento de nuestros propios deberes. 3. La caridad recíproca unirá nuestros ánimos y nos hará amar indistintamente a nuestros hermanos, a quienes avisaremos amablemente cuando parezca útil la corrección. 4. Dedicaremos una media hora semanal a reunirnos y, después de invocar al Espíritu Santo y hecha una breve lectura espiritual, nos ocuparemos del progreso de la Compañía en la virtud y en la piedad. 5. Nos avisaremos en particular de los defectos que tengamos que corregir. 6. Trabajaremos para evitar cualquier disgusto entre nosotros, por pequeño que sea, y soportaremos con paciencia a nuestros compañeros y a las demás personas que nos resulten antipáticas. 7. No se señala ninguna oración particular, puesto que el tiempo que nos quede después de cumplir nuestros deberes, hemos de consagrarlo a lo que parezca más útil a nuestra alma. 8. Admitimos, sin embargo, estas pocas prácticas: a) Frecuentaremos los santos sacramentos lo más a menudo que nos sea posible. (**Es5.343**))
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