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((**Es5.312**) consistente en la ampliación del actual edificio, para poder albergar un número mayor de muchachos pobres, abandonados y en peligro, abierto con gran utilidad y filantrópica intención en el barrio de Valdocco de esta ciudad. Veríamos con satisfacción que fuese llevado a término por las ventajas que aportaría a esta clase de jóvenes, pero no obstante el buen deseo del que suscribe, no está éste en condiciones de poder concederle el adelanto de fondos solicitado para cubrir los gastos de la referida ampliación de locales, dadas las circunstancias por las que atraviesan actualmente las finanzas del Estado. El que esto escribe espera y confía que el benemérito sacerdote reverendo Bosco podrá conseguir poco a poco los medios necesarios a su propósito de la caridad privada y, entre tanto, para atender a las necesidades ordinarias, se ha determinado concederle una subvención de 300 liras, con cargo al Presupuesto de este Ministerio, lamentando que las estrecheces del mismo no le permitan ser más generoso. Se ha cursado la orden de cobro, que pagará la Tesorería del Interior. El Ministro U. RATTAZZI Esta carta demuestra cómo Rattazzi mantenía vivo interés por don Bosco y su obra. Solía decir que el Gobierno tenía la obligación de proteger su institución, porque cooperaba eficazmente a amenguar los inquilinos de las cárceles y a formar honrados ciudadanos. ((**It5.435**)) Todos los documentos que Rattazzi enviaba a don Bosco, fueran del género que fueran, los firmaba de su puño y letra, y ponía su nombre al pie de las recomendaciones para la admisión de los muchachos. Tenía a gala contestar él mismo a las solicitudes de ayuda, y prefería en tales casos no servirse de los secretarios. Animaba a don Bosco a continuar en su noble empresa, y siempre que iba por el Ministerio, le gustaba hacerle saber que nada tenía que temer de él, y así fue a la verdad. Le profesaba sincero afecto, ponía a su disposición la influencia de que gozaba en las altas esferas del Estado, y le tenía en tanta estima, que en las conversaciones le llamaba el gran hombre. Fue a visitarlo varias veces al Oratorio y otras le llamó al palacio ministerial para interesarse de viva voz por algún muchacho abandonado, para indicarle cómo había de librarse de ciertas asechanzas y para otros asuntos. Pero don Bosco, aunque vivamente agradecido, estaba en guardia para no quedar atado a él, con menoscabo de su libertad de acción. Por eso, habiéndole ofrecido en una ocasión una elevada cantidad, a condición de que hiciera ocer su institución como una Obra Pía del Gobierno, don Bosco expuso sus razones para no aceptar, y el Ministro no insistió. Cuando le recibía en audiencia, Rattazzi tenía con él toda suerte de atenciones. (**Es5.312**))
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