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((**Es5.262**) amable y paciente, supo amar a los chicos y hacerse amar de ellos. Tuvo también la suerte de contar entre sus alumnos aquel año a Domingo Savio, quien, por su gran aplicación, mereció ser tenido por uno de los mejores. Los estudiantes de primero y segundo curso, los de humanidades y retórica siguieron yendo a escuelas privadas de Turín. Los clérigos del Oratorio, como estaban inscritos en el registro del clero diocesano, asistían normalmente a las clases del Seminario. Don Bosco solicitó de la Curia que fuera dispensado de ellas el clérigo Francesia, ya que, a la misma hora, tenía que dar su clase de latín; pero asegurando que se presentaría a examen con sus compañeros. La Curia contestó que no se veía autorizada para conceder tal dispensa, por lo que el clérigo Francesia debía asistir regularmente a clase, o bien abandonar la carrera eclesiástica. Don Bosco dijo entonces a aquellos señores: -Bueno, ((**It5.362**)) perdiré este favor al Arzobispo; pero, ruego a ustedes no presenten dificultades ante Monseñor, hasta que yo le escriba. Lo prometieron y mantuvieron su palabra; y llegó de Lyon la suspirada licencia. Entretanto el impresor Ribotta terminaba de imprimir los cuatro folletos correspondientes a los meses de diciembre y enero. Se trataba de los Entretenimientos acerca del Santísimo Sacramento de la Eucaristía, por fray Carlos Felipe de Poirino, sacerdote capuchino. De cuando en cuando el buen religioso hace resaltar en su escrito la impiedad, la deslealtad y la ingratitud de los protestantes con Nuestro Señor Jesucristo. Mientras tanto, don Bosco preparaba un CATECISMO BREVE PARA LOS NIÑOS de la diócesis de Turín, precedido de las oraciones de la mañana y de la noche. En las de la noche repite tres veces la jaculatoria: Madre querida, Virgen María, haced que yo salve el alma mía. Esta práctica no consta en la primera edición de El Joven Instruido (El Joven Cristiano) de 1847. Seguía a las oraciones un resumen de Historia Sagrada en forma de diálogo, dividido en catorce capitulitos, los últimos de los cuales se titulaban: Gobierno de la Iglesia y Fundamento de la fe cristiana. A continuación presentaba un compendio del catecismo para quienes se preparan a recibir los sacramentos de la confirmación, confesión y comunión, repartido en nueve lecciones. Al final iba el catecismo breve de la diócesis, en el que añadía al cuarto mandamiento (**Es5.262**))
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