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((**Es5.260**) negocio intrincado, o por la curación de un enfermo. Les recomendaban que le pidieran consejo para su estado actual o para el futuro, y los alumnos que conocían su corazón y su prudencia, le manifestaban las peticiones de sus padres y las suyas. Y don Bosco escuchaba a los muchachos con la misma atención con que atendía a los más altos y graves personajes. <>. Los muchachos estaban persuadidos de su santidad por el afecto sobrenatural que les profesaba y que abarcaba a todos por igual, lo mismo a estudiantes que a artesanos. Por el bien de éstos hacía cuanto podía; de noche los enseñaba a leer, escribir y hacer cuentas, ((**It5.359**)) mientras buscaba la manera de sacarlos de los talleres de la ciudad. También había tomado una importante determinación para los estudiantes. Se puso en guardia a su entrada en el colegio para evitar que pasaran con ellos los mayores enemigos de los centros de educación. Dispuso, pues, que todos los alumnos, al comenzar el curso escolar, presentasen al Superior lista exacta y debidamente firmada, de todos los libros que tuviesen o trajeran consigo. Esta precaución era necesaria para asegurarse de que no entraban en el Oratorio obras inmorales o prohibidas por la Iglesia. A veces, pasados algunos meses, pedía de nuevo una segunda lista. Esta vigilancia no era exagerada, porque aún sin culpa de los muchachos, se daba el caso de padres que, por ignorancia, envolvían el vestuario de sus hijos con periódicos impíos. Los malos amigos se esforzaban también para hacer llegar a los internos noveluchas y otras porquerías de este género. Por esto estaba muy vigilado el locutorio de la portería, y se revisaban escrupulosamente baúles y paquetes. Todo aquel que, a lo largo del año, recibía o compraba otras obras, sin haber pedido permiso, tenía que presentarlas en seguida para revisarlas, y luego incluirlas en la lista que guardaba el Superior. Si a un muchacho se le descubría algún libro ocultado con malicia, sobre todo si era malo, no sólo se le quitaba, sino que se le hacía responsable de una falta grave de desobediencia y casi siempre comprometía su estancia, porque don Bosco era muy severo con los guardianes de tal veneno. (**Es5.260**))
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