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((**Es5.151**) incómoda. Un día en que llegó algo tarde y encontró otro catequista en su lugar, dijo con toda humildad aquel noble caballero: ``He cometido una falta y he de hacer la oportuna penitencia''. Dicho esto, se sentó en un banco en medio de los chiquillos y allí estuvo hasta el fin de la clase, escuchando el catecismo como uno de ellos. >>Era extraordinario su celo y admirables las industrias de que se valía para que los muchachos asistieran, atendieran y progresaran en el conocimiento de la religión. Acostumbrado al orden, como buen militar, colocaba a sus alumnos de manera que los tuviera siempre a la vista, interrogaba ya a uno ya a otro poco a poco y como de improviso, para que con el miedo a ser interrogado, ninguno se distrajera. Llevaba un registro con el nombre y apellido de todos sus catequizados, marcaba en él las faltas de asistencia y la buena o menos buena conducta. De vez en cuando repartía estampitas, medallas, libritos y premios semejantes a los más aplicados. Aun cuando aparecía ante los muchachos con su aspecto serio y militar, éstos, sin embargo, le querían tanto que en cuanto le veían llegar a clase manifestaban vivamente su alegría, y difícilmente faltaban a ella. Total, que el marqués Fassati tenía a los chicos con tal orden y disciplina y los enseñaba tan bien que puede ser propuesto como modelo. Deseoso de perfeccionarse cada día más en el arte de enseñar a los chicos, el noble señor no tenía reparo en asistir a las conferencias que don Bosco daba de cuando en cuando a sus catequistas. Solía decir que ninguna conversación, ninguna reunión, ninguna velada, por entretenida que fuera, le gustaba tanto como media hora de catecismo a los muchachos del Oratorio. Ejemplo y palabras edificantes, dignas ((**It5.199**)) de ser copiadas por todo buen católico especialmemte en los tiempos que corren. >>Pero el Marqués no sólo daba muestras de su bondad con palabras, sino también con hechos que no se pueden olvidar fácilmente. Uno de ellos es el del último día del carnaval del 1855, día en que se hacía el ejercicio de la buena muerte en sufragio de las almas del purgatorio. En cuando lo supo dijo el marqués Fassati: >>-Los hijos de don Bosco suelen consolar a las almas del purgatorio el último día de carnaval, ofreciendo como sufragio la confesión, la santa comunión y oportunas oraciones; y yo quiero alegrarles a ellos. >>Y así lo hizo. Era el 20 de febrero. Por la mañana, amén del centenar de internos, asistieron a la santa misa muchos otros del Oratorio festivo, recibieron los santos sacramentos, siguieron las oraciones de la buena muerte recitadas por don Víctor Alasonatti, y (**Es5.151**))
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