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((**Es5.120**) Yavéh). 1 Preguntábale luego la traducción, que comentaba a continuación, exhortando a una gran confianza en la Madre Celestial, y asegurando que se conseguirían todas las gracias que se pudieran necesitar. Recomendaba a los muchachos externos del Oratorio festivo que rezasen todos los días la tercera parte del rosario y que, antes de dejarlo, por falta de tiempo, lo rezasen a trozos, aún durante el trabajo o bien al ir y volver de las fábricas. Aseguraba que el santo rosario es un medio maravilloso para conservar la virtud de la pureza y defenderse contra las asechanzas del demonio. Era, por otra parte, el apóstol de todas las prácticas piadosas que sabía agradaban a la gran Madre de Dios. En muchas parroquias del Piamonte introdujo los tres gloria patri después del angelus, que entonces generalmente no se rezaban, porque se enteró de que una piadosa persona había sabido por revelación, que era muy del agrado de la Santísima Virgen. Además, empezaba, proseguía y terminaba todas sus obras invocándola, y cuando enviaba cartas circulares procuraba que salieran con la fecha ((**It5.155**)) de una de sus fiestas, y a veces prorrogó su expedición por varias semanas para que llevaran tal fecha. Lo mismo hacía cuando debía empezar un trabajo o celebrar una reunión solemne con sus colaboradores. Atribuía todo a la Santísima Virgen, e iba repitiendo en pláticas y conferencias que todo lo que hacían el Oratorio y la Congregación se debía a la bondad de María. No realizó nada importante en su vida sin antes poner bajo su protección todos sus planes. Su invocación más familiar era ésta: Maria, Mater gratiae, dulcis parens clementiae, tu nos ab hoste protege, et mortis hora suscipe. (María, madre de gracia, dulce madre de misericordia, defiéndenos del enemigo y ampáranos en la hora de la muerte). Y María le libraba de todos sus apuros. <>, repetía a menudo. Era evidente que don Bosco conseguía infinidad de gracias por intercesión de María, para sí y para sus muchachos y para las personas que, a través suyo, se encomendaban a ella. Comentaban los muchachos: -Don Bosco debe tener muy buenas relaciones con la Santísima Virgen, porque Ella le concede muchas gracias. Y las gentes estaban convencidas de que la Virgen no le negaba nada de cuanto le pedía. Su fe ilimitada era más viva cada día, sobre todo junto al lecho de los enfermos, para los que conseguía curaciones 1 Prov. VIII, 34-35. (**Es5.120**))
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