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((**Es4.523**) Y los muchachos no solamente ejecutaban exactamente las prácticas mandadas, sino que consideraban realmente aquel día como el último de su vida; y, hasta al acostarse, se colocaban como se acostumbra a poner a los difuntos. Deseaban dormirse con un crucifijo entre las manos; había algunos que hasta hubieran deseado que Dios se los llevase consigo aquella noche, en la que se consideraban bien preparados para el terrible paso. Dijo un día don Bosco a don Francisco Giacomelli: <>. Nos contaba el teólogo Leonardo Murialdo: <((**It4.685**)) tranquilo en cuanto a la salvación de su alma. Lo que probaba el fruto de su educación>>. Y el espíritu de oración, además de santificar a los individuos, hacía intervenir al Divino Pastor para proteger a su grey. En efecto, durante todas las principales novenas del año, especialmente en la de la Santísima Virgen, si se introducía en casa un lobo, aún vestido con piel de cordero, era descubierto y se le obligaba a huir. Mientras tanto, para mejor asegurar la buena marcha del Oratorio, don Bosco había llamado a Valdocco a don Antonio Grella para que asumiese el cargo de catequista. Don Antonio, que desde los principios de la Obra había sido un celoso cooperador y que gozaba de la confianza de don Bosco, aceptó y atendió con gran amor al pesado cargo durante los años 1853 y 1854. Pasó luego de capellán a la Borgata de la Gorra 1 junto a Carignano, donde estuvo hasta la muerte, venerado y llamado por todos el Santo de la Gorra, particularmente por la probada eficacia de sus continuas plegarias. Y por cierto, que sus oraciones y las de los muchachos no eran ajenas al desarrollo de aquella obra que ya hacía y debía seguir haciendo tanto bien, las Lecturas Católicas, que habían merecido la bendición del Sumo Pontífice. Al cumplirse el primer semestre de la publicación de las Lecturas Católicas, don Bosco mandó encuadernar elegantemente los seis primeros volúmenes y humildemente se los envió al Santo Padre Pío IX, a través del eminentísimo cardenal Antonelli, Secretario de 1 Gorra en italiano es una especie de mimbre: nada de prenda para cubrir la cabeza. Aquí es un nombre propio. (N. del T.) (**Es4.523**))
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