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((**Es4.403**) Si se cansaba de escribir, iba a visitar a los enfermos o a confesar en las cárceles y otros lugares. >>El cuarto secreto era la templanza, que mejor sería decir su inflexible penitencia. Desde jovencito fue sobrio en el comer y el beber; tanto que, después de la comida, siempre se encontraba dispuesto a emprender cualquier ocupación científica o literaría. Alguna vez le dijeron que descansase por su salud, pero él respondía: >>-Descansaremos en el paraíso. íAh, paraíso! El que piensa en ti en este mundo, no sufre cansancio. >>Otras veces decía: >>-El hombre es verdaderamente infeliz en este mundo. Lo único que le podría consolar, sería poder vivir sin comer, sin dormir para ocuparse únicamente de trabajar para el paraíso. >>Un día, reprendiendo a un sacristán por haberse levantado ((**It4.526**)) demasiado tarde de la cama, le dijo: >>-Para un hombre dedicado al servicio de Dios, basta un sueño, y, una vez despierto, hay que levantarse, sea la hora que fuere. >>Era ciertamente la norma que seguía don José Cafasso>>. Pero don Bosco no dice nada sobre un quinto secreto, que era el premio de una vida incansable y mortificada por la gloria de Dios. Quiera que no, la jornada de estos admirables sacerdotes estaba tan llena de trabajos, que habrían sido suficientes para ocupar, de la mañana a la noche, a cinco o diez hombres voluntariosos e inteligentes. >>Entonces? En la biografía del general Gastón de Sonis, hombre totalmente de Dios, se lee que había comprobado, por su propia experiencia, una gran verdad: <>. Mientras tanto, él había puesto bajo la protección de María Santísima el plan de las Lecturas Católicas. Como se acordara de la invitación que le había hecho el Rector del Santuario de Ntra. Sra. de Oropa fue a él, en el mes de julio, para pasar allí algún tiempo y ultimar determinados manuscritos; pero se encontró con que había sido cambiado el Rector y no tuvo la alegre acogida que se esperaba. Probablemente fue entonces cuando sucedió lo que vamos a contar, cuya fecha es incierta, aunque sea cierto el hecho. Había ido don Bosco al citado Santuario juntamente con el teólogo Golzio y había pedido al canónigo Bernardino Pezzia algunos documentos, deseoso de publicar un librito sobre la historia del Santuario. El Canónigo no accedió a su demanda, diciendo que ya estaba todo divulgado. Pidió además hospitalidad para él y para su compañero; pero el administrador (**Es4.403**))
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