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((**Es4.365**) debía más tarde destinarse a cocinas, bodegas y comedores. Otra segunda escalera, en la torre del campanario, debía conducir también a los corredores, a las buhardillas y a dos habitaciones, colocadas sobre la capilla de la Virgen y la sacristía. A todo lo largo de las dos plantas superiores, por delante y por detrás de la casa, corrían dos balcones en piedra, con barandilla de hierro, a través de los cuales se entraba en las habitaciones con sus puertas vidrieras. El cuerpo principal de la casa medía casi cuarenta metros de largo por once metros y sesenta y cuatro centímetros de ancho. El brazo de levante era de doce y medio metros de largo y seis de ancho. La altura hasta el tejado llegaba a los dieciséis metros. El plan no tenía nada de grandioso, y hasta faltaban las comodidades necesarias. Los clérigos y los mismos muchachos, especialmente Juan Cagliero, habían hecho observar a don Bosco que los corredores eran demasiado angostos y oscuros, las escaleras y las puertas demasiado estrechas para un colegio de muchachos y los dormitorios de la buhardilla muy incómodos por su poca altura. Pero el respondió: -Contentémonos con poco, dejemos la hermosura y la comodidad, y seremos bien vistos y ayudados por la Divina Providencia. Y añadió más; les dijo que la nueva casa, precisamente por su mezquindad y ((**It4.474**)) pobreza, sería un día respetada por las autoridades civiles y militares que, así no echarían fuera a los muchachos. En efecto, años después, en el 1859, pedía el Ayuntamiento de Turín a don Bosco, a título de patriotismo, los dormitorios del Oratorio para colocar en ellos a los heridos de la batalla de Solferino. Condescendió don Bosco, pero los comisarios encontraron demasiado estrechas las escaleras, corredores y puertas, se lo agradecieron y le dejaron en paz. Pero no se podía destruir la primitiva casucha, ya que no había otro local para dormir. Por tanto, pensó don Bosco levantar primero el trozo que miraba a levante, empezando por donde estaba dibujada la escalera, junto al portón. Se dio a ello aquel mismo verano, pocos días después de la bendición de la iglesia. Empezadas las obras, progresaron los trabajos febrilmente. El que no conocía del todo los caminos y las fuentes de la Divina Providencia en su favor, al ver cada día tantos obreros y materiales reunidos y que el edificio se levantaba como por ensalmo, preguntaba: -Pero, >>de dónde va a sacar don Bosco el dinero para pagar a tanta gente y hacer una casa tan deprisa? La misma pregunta siguióse repitiendo por los profanos en todas (**Es4.365**))
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