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((**Es4.358**) sostenía un compañero en la mano, fueron a caer en el canasto. En un instante estalló toda la pólvora, las telas que tapizaban la iglesia ((**It4.464**)) se encendieron y él, tirando el canasto, y cubierto de quemaduras, corrió a zambullirse en el agua de un canal. Fue llevado al hospital. En tal estado se encontraba, que los médicos creyeron moriría aquella misma noche e hicieron que un convaleciente le cediera la cama, puesto que no había ninguna libre. Don Bosco fue inmediatamente a visitarlo y le bendijo. Chiesa curó lentamente, pero cuando, por sí mismas, cayeron de su cara las costras y la piel tenía la forma de una verdadera máscara. Y fue, lo diremos, un milagro que sus ojos quedaran ilesos. Estas fiestas no interrumpieron las exigencias propias de la tómbola. Miles de circulares fueron anunciando el sorteo de los premios para el treinta de junio, fecha que fue aplazada posteriormente al doce de julio. Los obispos seguían prestando a don Bosco su ayuda. Monseñor Galvano le escribía: <((**It4.465**)) podía darse otra más oportuna para los tiempos presentes. Con mis más cordiales felicitaciones, etc., etc. Niza, 22 de julio de 1852 >> DOMINGO, Obispo>>. Y monseñor Jourdain: <(**Es4.358**))
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