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((**Es4.356**) y amigo nuestro. Todos los colegios y Oratorios del pasado, presentes y futuros no tuvieron ni tendrán nunca tantas diversiones como nosotros tuvimos la tarde de aquel día; muy sencillas, es cierto, pero causa de una gran unión, de una gran alegría y cordialidad entre los que tomaron parte. Hubo carreras de sacos, juegos de prestidigitación, evoluciones militares, gimnásticas, fuentes en el patio con chorros blancos y encarnados, merced a los polvos mezclados con el agua, y globos aerostáticos. Además, un sinfín de juegos más pequeños. >>Había un tenderete bien provisto, donde, con ciertas condiciones, repartían caramelos, confeti, fruta, gaseosas, cerveza, bebidas dulces, etc., etc. Por todos los rincones del patio veíanse otros tenderetes ambulantes para comodidad de los compradores. El conde Cays, el barón Bianco de Barbania, el caballero Marcos Gonella, el caballero Dupré, el conde de Agliano, un general de la armada, el marqués Gustavo de Cavour, el conde Viancino, los teólogos Carpano, Chiaves, Roberto Murialdo, Borel, Vola el joven, Marengo, y los sacerdotes Giacomelli, Merlo, Trivero, capellanes de la basílica de San Mauricio y muchísimos otros enviaban a comprar a cada instante algo para repartir a los muchachos. Yo solo distribuí, puñadito a puñadito, casi diez liras de caramelos por orden de don Bosco y de otros señores. Estos y muchos otros dulces se añadían a los del gran depósito que había dispuesto en el tenderete fijo. ((**It4.462**)) >>En medio de tanta abundancia, don Bosco no probó ni la menor cosa. Yo le entregué un caramelo para refrescar la garganta, dado el calor sofocante que hacía, pero él regaló la mitad a un chaval. Todo para nosotros, nada para él. >>Había un arco triunfal de ramaje, levantado en medio del prado, junto al cobertizo alquilado al señor Visca: al oscurecer, apareció espléndidamente iluminado con lamparillas, y se cerró la fiesta con hermosísimos fuegos artificiales y grandes vítores a don Bosco. Más de mil jóvenes, trescientos de los cuales al menos, andaban cerca o pasaban de los veinte años, encerrados en un patio, no tuvieron la más mínima cuestión; todos estaban de acuerdo y unidos como hermanos>>. Hasta aquí Brosio. Sin embargo, como suele suceder en todo lo humano, que en medio de la mayor alegría siempre hay alguna triste circunstancia, así aquella hermosa fiesta comenzó con una graciosa ocurrencia y terminó con un caso doloroso. Por la mañana había hecho llevar don Bosco al Oratorio, desde una cafetería de la plaza de Ntra. Sra. de la Consolación, chocolate, (**Es4.356**))
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