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((**Es4.311**) más terrible, que parecía inminente, muchos habitantes de las casas más o menos próximas y hasta algunos enfermos, que apenas si podían tenerse en pie, fueron llevados a un campo junto al Oratorio, casi frente a la iglesia en construcción. Allí se reflexionaba sobre el poder, la justicia y la misericordia de Dios; allí había unos que pedían perdón, otros que prometían cambiar de vida y otros que se encomendaban a todos los santos del cielo. Todos manifestaban gran confianza en el valioso patrocinio de la Virgen María; recordaban los antiguos favores por Ella concedidos a la ciudad de Turín, la invocaban en aquel terrible caso, rezaban el santo rosario y lanzaban al aire sus loas. ((**It4.403**)) Resultaba hermoso considerar que en aquel campo se levantó más tarde la Basílica de María Auxiliadora, a la que siguen acudiendo los afligidos y atribulados de todas partes en busca de ayuda y consuelo, y son escuchados. En el entretanto, vuelto don Bosco del lugar del desastre, acogía en su casa y animaba a muchos jovencitos de otros centros que, llenos de terror, fueron allí a refugiarse. Durante horas y horas se oía el rumor de los carros que llevaban a otras partes los barriles de pólvora. Después de la puesta del sol, llamó don Bosco junto a sí a los internos, temerosos de un nuevo desastre durante la noche, y antes de ir a dormir, les exhortó a que fueran buenos, estuvieran tranquilos y confiasen en Dios. Les dio tales razones que los dejó totalmente tranquilos. La estampa de María Inmaculada con la inscripción Auxilium Christianorum, ora pro nobis, que tenía en su habitación y que nosotros guardamos como un tesoro, nos demuestra el motivo de su segura confianza. En efecto, como recuerdo de la gracia hizo imprimir en la litografía Doyen cinco mil ejemplares de una hermosa estampa, que distribuyó después a los muchachos a fines de junio. Figura en ella, como fondo, la ciudad de Turín y el polvorín en llamas. En lo alto, está Nuestra Señora de la Consolación, entre nubes y ángeles, y se ve su santuario entre el caserío. Delante hay unos muchachos de rodillas y en pie, con las manos juntas o extendidas a María, y un sacerdote que le señala con la mano derecha, mientras apoya la izquierda sobre el hombro de un niño, que contempla extasiado a la Virgen. Se leen dos inscripciones. ARRIBA DE LA IMAGEN: Acudid a María en los peligros y necesidades. (**Es4.311**))
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