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((**Es4.249**)((**It4.319**)) CAPITULO XXVIII FALTA DE MEDIOS PARA ACABAR LA IGLESIA -CIRCULAR DEL OBISPO DE BIELLA -GENEROSAS SUBVENCIONES DEL REY -UNA TOMBOLA DURANTE los meses transcurridos de aquel año, don Bosco no cesó un instante de ingeniarse para acabar su iglesia. En agosto, cuando el sagrado edificio se levantaba ya unos metros por encima del suelo, se dio cuenta de que casi se habían agotado sus finanzas. Con ayuda de algunas beneméritas personas había recogido treinta y cinco mil liras; pero desaparecieron como la nieve al sol. Tuvo que recurrir entonces a la beneficencia pública. Monseñor Pedro Losanna, obispo de Biella, considerando que el nuevo edificio y la institución de los Oratorios resultaban singularmente benéficas para los muchachos albañiles de su diócesis, residentes durante la mayor parte del año en Turín, invitó a sus párrocos para que le ayudaran con sus limosnas. Con tal fin repartió la siguiente circular: Muy Reverendo Señor: El insigne y piadoso sacerdote don Bosco, animado por una caridad totalmente evangélica, empezó a recoger en los días festivos en Turín a cuantos jóvenes encontraba abandonados y ((**It4.320**)) perdidos por calles y plazas, en el populoso barrio existente entre Borgo Dora y Martinetto, y reunirlos en un lugar a propósito, para su diversión, su instrucción y educación cristiana. Fue tal el éxito de su santa industria que el local destinado a capilla se ha quedado tan reducido para su finalidad, que en la actualidad no sirve para albergar más que una tercera parte de los seiscientos y pico muchachos que allí acuden. Empujado por el ansia de tan gran bien, se enfrascó en la ardua empresa de construir una iglesia capaz para las necesidades (**Es4.249**))
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