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((**Es4.246**) ((**It4.316**)) He aquí la respuesta que recibió el teólogo Borel: Al teólogo Juan Borel, Director del Refugio: Muy querido y Reverendo Señor Teólogo: Recibí con gran placer la carta que V. R. se dignó escribirme; su lectura ha alegrado mi corazón. Necesitaba mucho recibir noticias de los Oratorios: la carencia de éstas me inquietaba; gracias a Dios, ya estoy tranquilo. Pasemos al objeto principal de la carta. La unión que V. S. tanto quiere entre los directores de los Oratorios, es el objeto principal de mis deseos; anhelo de todo corazón el momento en que, disipadas las diferencias y todos de acuerdo, podremos esperar seguramente una ayuda del Señor más abundante y mayor mérito por nuestras fatigas. Yo creo que el origen de la desunión, que hasta ahora se deplora en nosotros, procede de no tener una cabeza adonde dirigirse y del demasiado mutismo que reina; y no soy yo sólo quien deplora esto. Procure V. R. remediar estos inconvenientes y habrá desaparecido la causa de la desunión. Tras maduro examen y plena conciencia, tomé la resolución que ya he manifestado y que no puedo cambiar; si, por casualidad, los objetos que yo dejé en el Oratorio de Puerta Nueva incomodasen de alguna manera, los haré sacar apenas llegue a Turín. Pero, si ahora estorbasen, daré las órdenes oportunas, para que sean sacados en mi ausencia. Para el porvenir (si el Señor quiere que yo emplee todavía mis débiles fuerzas en favor de los Oratorios) con mucho gusto me adaptaré a la determinación tomada de hacer causa común; esto es, que en la persona del correspondiente director se tengan como hechas a todos los Oratorios las ofrendas ((**It4.317**)) recibidas en cada uno y, si se presentare el caso, informaré a las personas bienhechoras del espíritu que nos rige y de las condiciones de los Oratorios. Mucho me gusta saber que, gracias a los cuidados de V. R. y del carísimo teólogo Rossi, marche siempre bien el Oratorio de Puerta Nueva. Por mi parte, aunque lejos con el cuerpo, estoy siempre en medio de ellos con el corazón y, en mis pobres oraciones, no ceso de recomendar esta obra a Dios; y cuando dentro de poco, como espero, sea recibido en audiencia por el Vicario de Jesucristo, le pediré su santa bendición para los Directores y para los muchachos. Nuestro viaje hasta ahora ha sido bueno. La señora Marquesa goza de buena salud y quedó muy satisfecha de las buenas noticias de sus establecimientos. El señor Péllico ya está bien, después de (**Es4.246**))
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