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((**Es4.234**) del domingo anterior a la solemnidad, se animaba a los muchachos a recibir los sacramentos de la confesión y comunión. Y no se omitía jamás la advertencia de que podían ganar en aquellos días indulgencia plenaria. Estas disposiciones quedaron después registradas en el Reglamento de los Oratorios festivos. Junto a la Compañía de San Luis seguía prosperando la Sociedad de Socorros Mutuos, cuya junta y los miembros más distinguidos eran invitados a comer por don Bosco una vez al año. Don Bosco solía reunir en su habitación a los más fieles y distinguidos por su bondad, para instruirles particularmente sobre la marcha de la Casa y del Oratorio y sobre la manera de realizar una vigilancia fraterna. Don Bosco los educaba de acuerdo con su fin, a base de ejemplos de San Luis, y les decía: -Recordad que San Luis pasaba horas enteras ante el Santísimo Sacramento. -Quería más que a los otros, a los compañeros que le despreciaban. -Cuando aún era seglar, iba a la iglesia a enseñar el catecismo a los ignorantes, corregía sus costumbres y buscaba cómo separarlos en sus riñas y discordias. -San Luis, cuando enseñaba a los pobrecitos en Roma, les acompañaba a algún confesor para que les absolviera de sus culpas y les pusiera en gracia de Dios. -Cuando nosotros no podemos enseñar el catecismo a los niños pobres, llevémosles a otros para que se lo enseñen. Cuántas almas podremos apartar de este modo del camino de la perdición para ponerlas en aquél que las ((**It4.301**)) conducirá a la salvación. Y entonces cuántas gracias nos obtendrá San Luis de Dios. No es para decir lo eficaces que resultaban las palabras de don Bosco, lo mismo para la santidad de su vida, que para la persuasión de que él realizaba cosas maravillosas. Y era natural, según dice San Pablo: El que se une al Señor, se hace un solo espíritu con El 1. Por consiguiente, no hay ninguna dificultad en admitir que puedan conocerse ciertos secretos y ayudarse en ocasiones de su omnipotencia. En cuanto a don Bosco, es incontestable que Dios quiso acompañar sus eximias virtudes con dones sobrenaturales y gracias gratis datae (dadas gratuitamente), las cuales, a la par que le ayudaban enormemente para lograr la gloria de Dios y la salvación de las almas, manifestaban a los hombres su celeste misión. En efecto, él 1 1.¦ Corintios, VI, 17. (**Es4.234**))
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