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((**Es4.217**) en Lyon. La bendijo en su lugar el canónigo Moreno, Administrador General; y la colocó en su sitio el Comendador José Cotta, gran amigo de los pobres e insigne bienhechor de las obras de don Bosco. Se redactó el acta a propósito, cuya copia, juntamente con monedas grandes y pequeñas, medallas y otros recuerdos, se depositó dentro de la misma piedra. El alcalde Bellono echó la primera paletada de mortero. El célebre padre Barrera de la Doctrina Cristiana, conmovido al contemplar el gran concurso de fieles y los muchos sacerdotes, patricios y matronas turineses, que les hacían corona, subióse a un montón de tierra, e improvisó un estupendo discurso. Comenzó con estas palabras: -Señores, la piedra que acaba de ser bendecida y colocada en los cimientos de esta futura iglesia, tiene dos grandes significados. Significa el granito de mostaza, que crecerá hasta convertirse en un árbol místico, bajo el cual innumerables muchachos, como pájaros del aire, vendrán a buscar refugio. Significa también que la obra de los Oratorios, basada en el fe y en la caridad de Jesucristo, será como un peñasco inconmovible contra el que en vano lucharán los enemigos de la religión y los espíritus de las tinieblas. Demostró el orador, a continuación, una y otra proposición con tal elocuencia, que todo el auditorio pendía estático de sus labios. Pero el meollo del discurso fue una semejanza y una plegaria. Comparó los tiempos con un huracán, que amenaza devastar y arruinar la ciudad y los pueblos. ->>Qué vemos nosotros, señores, en esta peligrosa prueba?, preguntó el ilustre orador. Vemos a los vivientes miedosos y temblorosos buscando un refugio La gente se retira a sus casas; las fieras del campo huyen a sus guaridas; y los pájaros del cielo vuelan a su nido, afortunados ((**It4.278**)) si lo hicieron sobre un árbol sólido y seguro. Los tiempos que corren son malos, malos sobre todo para la pobre juventud. He aquí un árbol que echará profundas raíces, y no cimbrará su copa al soplo de los vientos. A la sombra de este árbol, en el recinto de este sagrado edificio, se reunirán millares de jóvenes para encontrar en él refugio y defensa contra los errores, sembrados hoy por hombres impíos y escritores mercenarios; refugio y defensa contra las máximas destructoras de toda idea de virtud y de moral; refugio y defensa contra las saetas encendidas por las ardientes pasiones juveniles, excitadas por los malos ejemplos y los escándalos de todo tipo de personas. Me parece contemplar bandadas de jovencitos, como palomas espantadas, levantar el vuelo por una y otra (**Es4.217**))
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