Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es4.195**) a los sacerdotes Juan Bosco, teólogo Juan Borel, teólogo Roberto Murialdo y José Cafasso unos terrenos y edificios, que limitan con los hermanos Filippi, a levante y norte; con el camino de La Jardinera al sur; y con la señora María Bellezza a poniente. El precio establecido es de veintiocho mil quinientas liras, que se paga con veinte mil liras por parte del reverendo señor don Carlos Gilardi, como representante del abate Antonio Rosmini-Serbati; y para el resto se libra una escritura privada>>. Aún se necesitaban tres mil quinientas liras más, para los gastos accesorios, las cuales fueron puestas por el comendador José Cotta, en cuya banca se firmó la escritura. Era este señor el primer patrono y apoyo del Oratorio, y lo fue mientras vivió. Como se ve, nuestro don Bosco tuvo en aquella ocasión una nueva prueba de la bondad divina en favor de su obra y concibió una confianza y seguridad mucho mayor de que la Providencia no le faltaría en el porvenir. Y nosotros creemos que esa confianza ilimitada, que ese convencimiento, no desmentido en el curso de casi cincuenta años, fue una de las causas principales de la laboriosidad de don Bosco. El mundo tal vez quisiera llamarle hombre audaz; pero, después del feliz éxito de sus empresas, se ve obligado a llamarle hombre providencial; y lleva toda la razón. El era así, gracias al concurso generoso de muchos corazones cristianos; y entre éstos fue el abate Rosmini quien proveyó la ((**It4.247**)) mayor parte de los medios necesarios para que el Oratorio de San Francisco de Sales contase con sede propia. Y al entregar aquel préstamo al cuatro por ciento, advirtió que los intereses se pagarían cuando él los reclamase, cosa que no hizo jamás ni con el capital ni con los intereses. Sin embargo don Bosco, fiel a sus obligaciones, arreglaba cada año las cuentas con el procurador C. Gilardi. Rosmini fue amigo de don Bosco hasta el último instante de su vida, y el mismo afecto le tenían sus religiosos; don Bosco les correspondía, reconocido, como ya se ha visto en sus cartas, y en la que acompañamos a continuación, en la que se refiere también a sus predicaciones durante aquellos meses. Está dirigida a otro sacerdote del Instituto de la Caridad, transferido al Santuario de San Miguel. Muy querido P. Fradelizio: Me acuso de pecado de negligencia: entre ocupaciones, fastidios, algunas excursiones y que soy un picaruelo, no he respondido a sus atentísimas cartas: por lo que, sin buscar excusas, me declaro reo y pido benigna compasión. (**Es4.195**))
<Anterior: 4. 194><Siguiente: 4. 196>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com