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((**Es4.151**) yo fui testigo de ello hasta 1866, porque veía siempre la luz encendida en su habitación hasta después de las doce de la noche. Del 1866 al 1871 empezó a hacer seis horas de descanso, pero siguió velando una noche por semana. De ordinario, en el buen tiempo, se levantaba a las tres de la mañana y se acostaba a las once y media de la noche. Dábase cuenta de esto su secretario Joaquín Berto, que dormía en la habitación contigua. Después de la enfermedad de Varazze, en 1872, tuvo que resignarse a descansar siete horas y renunciar a la vigilia de una noche cada semana. Lo cual no quitaba que alguna vez tornase a la antigua costumbre>>. Juan Bisio por su parte nos contó: <>. Por las mañanas siempre estaba dispuesto a levantarse, como los demás a las cinco o bien a las cinco y media, aún en el tiempo más crudo, apenas sonaba el primer toque de campana para la comunidad. Saltaba de su pobre cama, que casi hasta los últimos años tuvo en la misma habitación donde recibía las audiencias y, aunque por su mucha debilidad le costaba trabajo el vestirse, siempre lo hacía por sí mismo. Cuando los muchachos bajaban a la iglesia, ya estaba él en su puesto para confesar, y antes y ((**It4.188**)) durante la misa de la comunidad, atendía cada día a los penitentes, y esto mientras las fuerzas se lo permitieron. Solamente durante los últimos años prorrogaba su descanso hasta las seis, para no contristar a sus hijos, obrando de otro modo. Si le sorprendía el alba sentado a la mesa, donde había pasado la noche trabajando, se levantaba de la silla e iba a confesar a los muchachos para volver a su escritorio una vez celebrada la santa misa. Si ninguna otra cosa se lo impedía, atendía a continuación el despacho de sus trabajos, con toda la intensidad de su mente y con todo el sacrificio. <>. No tomó para desayunar durante muchos años más que una pequeña taza de café mezclado con achicoria, bebida que a ninguno atraía, y con la que mezclaba un poquito de leche solamente cuando se veía obligado a ello por alguna indisposición. Durante algún tiempo, y rara vez, mojaba un trocito de pan corriente tan pequeño (**Es4.151**))
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