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((**Es3.96**) Los muchachos iban enseguida a arrodillarse en torno al lugar destinado para las confesiones y, a veces, don Bosco, con una exhortación brevísima, los preparaba para confesarse bien, recomendándoles filial confianza con su confesor hasta en ((**It3.112**)) las dudas de conciencia, después se sentaba para atender a los penitentes. Iban también a confesarse con él muchas otras personas mayores, extrañas, que después oían también la santa misa y conmulgaban con los muchachos. Al terminar las confesiones, don Bosco celebraba la santa misa; cuando él debía ausentarse, la celebraba otro sacerdote, las más de las veces el teólogo Juan Vola. Asistían los muchachos con gran devoción. No toleraba don Bosco que se acercaran a los sacramentos por costumbre irreflexiva, sino que, como cuentan los alumnos de aquellos años, repitiendo lo que ya había escrito en El Joven Cristiano, les hablaba con ardor de la naturaleza y el infinito valor del sacrificio del altar. Exclamaba: <>. Los muchachos entendían y, al llegar el momento de la comunión, era una escena conmovedora contemplar, ((**It3.113**)) aún en las fiestas ordinarias, a doscientos y más chiquillos, señores de sí mismos, ella, reciba en silencio y de buen grado el aviso, y si tiene algo que alegar, hágalo después de las funciones de iglesia.-6. Por la mañana, nadie intente salir hasta que no se haya cantado: <>. Por la tarde nadie se levante hasta que no se haya cerrado el sagrario.-7. Se recomienda a todos procuren no salir de la iglesia durante la predicación por cuanto fuere posible. Terminadas las funciones sagradas, salga cada cual, sin armar ruido, a hacer recreo o a su casa.(**Es3.96**))
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