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((**Es3.79**) tiempo sin confesarse; ninguna distinción de categoría para acercarse al tribunal de la penitencia: el que primero llega, se confiesa primero y el que quiere retirarse, no llama la atención de nadie. Dígase lo mismo de la sagrada comunión y, por eso, en los días solemnes, lo mismo recibía el desayuno el que había comulgado que el que no se había acercado al sacramento. Establece el carné de asistencia, mas sólo para certificar si uno era digno de premio. Pero esta libertad, dirigida por el celo prudente de don Bosco y de sus continuas exhortaciones, debía producir admirables efectos. Don Bosco, pues, examinó los reglamentos que le habían proporcionado y anotó sus propias observaciones sobre un pliego que nos sirvió de guía para redactar estas páginas. A primeros del año 1847, cuando ya había organizado las clases nocturnas, en atención al consejo de diversas personas autorizadas, entre las que se encontraban el Arzobispo y don José Cafasso, se puso a redactar su reglamento, que terminó en pocas semanas. Expuso en él lo que tradicionalmente se hacía en el Oratorio; estableció los distintos cargos para la iglesia, el recreo, la escuela, y marcó los artículos oportunos para cada uno de ellos. Este reglamento se publicó hacia 1852 y después fue revisado y perfeccionado, en ediciones posteriores, de acuerdo con las necesidades. Está dividido en tres partes. La primera señala la finalidad de los Oratorios festivos, los distintos cargos y sus respectivas reglas; la segunda contiene las prácticas de piedad que deben cumplir los muchachos y el comportamiento que deben observar en la iglesia y fuera de ella; la tercera, que fue impresa posteriormente, se refiere a las escuelas diurnas y nocturnas y da advertencias generales a propósito para este fin. ((**It3.91**)) A partir de aquellos años hubo varios Obispos y párrocos que, al conocerlo, lo pidieron para introducir los Oratorios en sus propias diócesis y parroquias y organizarlos con el mismo método que el nuestro, por cuanto les fuera posible. Conocían la pericia de don Bosco para educar cristianamente a los hijos del pueblo y tenían una prueba más en este Reglamento.1 1 Así expone don Bosco la finalidad de su Obra: El fin del Oratorio festivo es entretener a la juventud en los días festivos con agradables diversiones, después de haber asistido a las sagradas funciones de iglesia.(**Es3.79**))
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