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((**Es3.457**) y que por esta causa padeció de una pústula maligna en el brazo, acompañada de fiebre, de la que sanó sin necesidad de medicinas. Precisamente por su conducta verdaderamente sacerdotal empezaron muy pronto casi todos los obispos del Piamonte a quererlo y a ensalzar y ayudar su obra, convencidos de que era bendecida por el Señor. Un venerando ministro del Señor, hablaba con nosotros sobre don Bosco y nos decía: <>. ((**It3.596**)) Hemos oído a muchos grandes personajes repetir: -Pocos son los hombres que, al estudiar a otro hombre, al menos después de una larga convivencia, no descubran en él algún defecto que no habían advertido antes. No sucedió así con don Bosco; cuanto más se le estudiaba, más se le quería. Afirmaba don J. Giacomelli: -Siempre he tenido a don Bosco por un sacerdote que todo lo hacía, aun lo ordinario, de un modo extraordinario, especialmente lo tocante a religión y caridad. A los que le preguntaban quién era don Bosco, respondía: -íSi lo conociérais! Fue siempre un modelo en el seminario y ahora es un sacerdote de los más ejemplares. Concluyamos con lo que nos dijo don Félix Reviglio: -Después de los once años que tuve la fortuna de convivir con don Bosco, puedo atestiguar que sus virtudes eran tan brillantes y eminentes, que nosotros, los muchachos, le teníamos por santo y, precisamente, nos dejábamos guiar enteramente por él en razón de su heroico comportamiento. (**Es3.457**))
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