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((**Es3.455**) imposibilidad de cometer faltas. Y fue este ardiente amor por la modestia el origen del teatro para los alumnos internos. Los sábados, don Bosco no comenzaba a confesar hasta bastante tarde, cuando volvía de sus urgentes cometidos en la ciudad; así que no concluía hasta las once y aún más tarde porque la mañana del domingo la ((**It3.593**)) consagraba enteramente al bien espiritual de los externos. >>Cómo ocupar a los muchachos que ya se había confesado? Y en las vigilias de fiesta solemnes, o del ejercicio de la buena muerte para los del Oratorio festivo, >>cómo entretener a los internos, ya confesados por la mañana, durante el tiempo que don Bosco estaba confesando? No era el momento para estudiar, trabajar o jugar en el patio. Y era costumbre esperar a don Bosco para ir a acostarse. Por esto, el joven Carlos Tomatis, que a sus veinte años había ingresado el 5 de noviembre en el Oratorio, donde siguió viviendo hasta 1861, lleno de gracia en sus bromas, sabedor de chistes graciosísimos, comenzó, con aprobación y consejo de don Bosco, a reunir a todos los muchachos en una habitación. Y tomaba dos pañuelos, los anudaba por la punta, los colocaba sobre un dedo de cada mano, los hacía mover de manera caprichosa, y entablaba diálogos tan amenos entre los dos pañuelos, que movía a una risa continua. Pasado algún tiempo, cuando este juego fue perdiendo interés, Tomatis compró una cabeza de Gianduya (marioneta o títere que se mueve con hilos) y así las veladas de la noche ganaron animación hasta desternillarse de risa con las ocurrencias que hacían soltar a aquel pedazo de madera, con las agudezas y movimientos típicos de tales títeres. Un noble señor, el marqués Fassati, que había asistido algunas veces a aquel entretenimiento, regaló a los muchachos un juego completo de marionetas, y Tomatis se encargó siempre de las representaciones. Su ayudante, para hacer bailar a los títeres fue, de 1849 a 1851, un tal Chiappero. Más de una vez se vio a algú señor Obispo asistir alegremente a aquel entretenimiento. Nos lo aseguraron el joven Chiosso y el mismo Tomatis. Finalmente comenzaron a representar piezas cómicas y comedias en el escenario, construido en la sala nueva que se preparó al este de la casa. ((**It3.594**)) Pero la finalidad que inspiró el inicio de estos pasatiempos siguió regulando su desarrollo. Don Bosco se percató enseguida de que aquello requería toda su previsora atención. Decía que el teatro constituía un gravísimo peligro, para el actor y el espectador, si no se tiene mucho rigor en la elección de la obra teatral y en la vigilancia. Prohibía las meriendas que los actores, (**Es3.455**))
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