Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es3.419**) cuatrocientos a quinientos muchachos de más de ocho años, para alejarlos de los peligros y de la disipación e instruirlos en las máximas del amor cristiano. Y esto entreteniéndolos con agradables y honestas diversiones, después de haber asistido a los ritos y ejercicios de religiosa piedad, dirigidos con ejemplar edificación por él, pontífice y ministro, maestro y predicador, padre y hermano, a la par. Les enseña, además, Historia Sagrada y Eclesiástica, Catecismo y los elementos de Aritmética. Les ejercita en el sistema métrico decimal, y a los que no saben, les enseña a leer y escribir. Y todo para la educación moral y cívica. Sin olvidar la educación física. Deja que en el patio, adosado al Oratorio y cercado, se ejerciten en ejercicios gimnásticos y se diviertan con los zancos o en el columpio, con el tejuelo o con los bolos y refuercen el vigor de sus cuerpos. El aliciente, que atrae a aquella numerosa muchachada, no es el premio de una estampita, el de una rifa, ni el de una meriendilla; es su presencia siempre serena, siempre atenta para propagar en las almas juveniles la luz de la verdad y del amor recíproco. Al pensar en los males que evita, los vicios que previene, las virtudes que siembra, el bien que fructifica, parece increíble que su obra pueda encontrar impedimentos y contrariedades. >>Que, >>por parte de quién? >>Por parte de ésos, a quienes se les pueden perdonar muchos defectos, pero no la ignorancia; que debieran tener como parte nobilísima del ministerio evangélico la educación; más aún, que debieran estar agradecidos a don Bosco. Porque muy lejos de apartar de las prácticas religiosas a los muchachos, está entregado del todo a instruirles en ellas, sobre todo aquéllos que, abandonados por los padres, no aparecerían por la parroquia, o yendo, podrían quedar muy lejos de la benéfica influencia de los catequistas. La pobreza ((**It3.544**)) de muchísimos chiquillos hace que sus almas parezcan a los ojos del mundo menos preciosas, y por ello algunos obreros evangélicos no se muestran tan solícitos en fomentar entre ellos la piedad; y menos aún en las grandes ciudades, cuando se presentan con la ropa hecha jirones. Por esto echa raíces entre ellos la mala semilla del vicio y, mientras los tribunales sentencian severos castigos contra los desórdenes dañosos para la sociedad, se alimenta a los malhechores dentro de los propios muros. >>Desde hace siete años que empezó la obra de don Bosco, la viene protegiendo Carlos Alberto con sabiduría más que regia, previendo el bien inmenso que puede reportar a la moralidad pública. Y, tanto ha ido creciendo la afluencia juvenil, que ha habido que dividirla (**Es3.419**))
<Anterior: 3. 418><Siguiente: 3. 420>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com