Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es3.408**) y, acompañado por el teólogo Borel, fue a visitar a Gioberti. Después de conversar sobre las esperanzas que los buenos habían depositado en él para la defensa que había querido hacer del Papado, le rogó y suplicó que consolara al Pontífice y ganase mérito y gloria ante Dios y ante los católicos, aceptando el decreto de la Sagrada Congregación del Indice y retractándose. Gioberti, que era hombre de modales exquisitamente amables, no se ofendió, pero declaró con un tono de voz que no admitía réplica: -Mi retractación consiste en no responder. íBasta mi silencio! Y así terminó el coloquio. Es don Miguel Rúa quien atestigua el caritativo intento de don Bosco y las palabras de Gioberti. Mientras don Bosco lamentaba la obstinación de aquel infeliz, tuvo la desagradable sorpresa de descubrir que todas sus obras habían entrado en la casa de Valdocco. El exseminarista C..., recibido por él en el Oratorio, dueño de bastante dinero, era un entusiasta de Gioberti, y había comprado todos sus libros por ciento veinte liras. Fiel cumplidor de las leyes de la Iglesia, don Bosco no quiso que el joven guardara aquellos libros prohibidos, y como por motivos muy graves, había citado en la Historia Eclesiástica el nombre y algún ((**It3.528**)) párrafo de tal escritor, los suprimió en las siguientes ediciones. Sucedió también que, algunos años después, se celebraba una velada-academia en honor de Santo Tomás, y el orador que pronunciaba el discurso de introducción citó algunos pasajes de Gioberti. Don Bosco, que presidía, al terminar la velada, dijo aparte al orador: -No se debe nombrar jamás a ciertos personajes, ni apelar a su autoridad; porque así se despierta entre los oyentes el deseo de leer sus libros y ciertamente no recabarían ningún provecho de ellos. >>Dejaría alguna buena impresión en Gioberti la admonición de don Bosco? Después de algún tiempo, éste se fue de nuevo a París y ya no tuvo un momento de paz. En sus últimos días pasó noches agitadas con sueños angustiosos, en los que veía extraños y pavorosos personajes; parecíales oír sonidos confusos como rugidos de tigres, o parecíale estrechar la mano de un esqueleto. En sus cartas se advierte a cada momento el pánico del Indice que le despedazaba el alma. 1 Una apoplejía cortó su vida la noche del 25 al 26 de octubre de 1852. Sobre su cama se encontró abierto el libro de la Imitación de Cristo. 1 Pallavicino, Memorie II, 586-87. Massari, Recuerdos y Epistolario II,III,IV. (**Es3.408**))
<Anterior: 3. 407><Siguiente: 3. 409>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com