Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es2.77**) acudir en persona a ejercer aquella obra de ((**It2.89**)) caridad, se la encargaban a don Bosco, el cual presidía el reparto y ponía en manos de los necesitados el dinero que para tal fin le habían entregado. Por cierto, que no era esta una ocupación muy agradable. Hacía falta mucha paciencia, sobre todo las primeras veces, para mantener el orden, aguantar a los importunos, a los murmuradores, a los descontentos, y soportar toda suerte de descortesías e importunidades. Sucedió en una de esas ocasiones un caso, que pudo haberse repetido muchas veces, sin una atenta vigilancia. Estaba don Bosco repartiendo las limosnas y los pobres puestos en fila. Una mendiga, que ya había recibido su parte, se volvió a poner en la cola y llegó de nuevo a don Bosco con la mano tendida: -íBuena mujer, le dijo don Bosco, que a usted ya le he dado lo suyo! -Está usted seguro, señor cura? -respondió la mendiga-, yo creía que la mano izquierda no sabía lo que ha hecho la derecha... -Tiene usted razón, exclamó don Bosco, y le dio, por aquella vez, otra moneda. De otros piadosos personajes ya se han contado casos semejantes. Bien puede decirse que nil sub sole novum: (nada nuevo bajo el sol), pero nos demuestra cuán admirable era la bondad y la caridad del corazón de don Bosco.(**Es2.77**))
<Anterior: 2. 76><Siguiente: 2. 78>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com