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((**Es2.342**) Pese a la caritativa atención del buen párroco y a la salubridad del lugar, aquel descanso no proporcionaba a don Bosco la mejoría que necesitaba. Ello se debía a que, como él no podía estar ocioso ni un solo momento, trabajaba en la oficina como vicepárroco; y además, dada la proximidad de Turín, iban allí los muchachos del Oratorio frecuentemente a visitarlo y, junto con los del pueblo, terminaban por darle mucho que hacer. Y no solamente eran los del Oratorio los que, ya en grupos, ya individualmente, corrían de vez en cuando hasta Sassi; uníanse a ellos los alumnos de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, los cuales, en una de las ocasiones, le pusieron en un doble apuro. Así nos lo cuentan el señor Carlos Rapetti, Ecónomo entonces en el colegio de San Primitivo, y otros que presenciaron el hecho. Entre las escuelas, sabiamente dirigidas por dichos religiosos, estaban las municipales de Turín, llamadas de Santa Bárbara, a las que acudían varios centenares de muchachos. Don Bosco iba allí semanalmente a confesar en su capilla; otros iban a él, al Oratorio: casi todos eran sus penitentes. Al terminar la primavera de aquel año ((**It2.454**)) les dieron los Ejercicios Espirituales. Durante el religioso retiro esperaban a don Bosco, según la costumbre, por lo que ninguno pensó en confesarse con otro. Llegó la mañana de la clausura; los buenos chiquillos iban llegando al colegio desde sus casas, y al no ver a don Bosco, fueron a buscarlo, con permiso de sus propios maestros a Valdocco. Al no encontrarlo tampoco y saber que estaba en Sassi, partieron en grupitos hacia allá, creyéndose unos que Sassi era una casa, y otros un barrio de Turín próximo. íPobrecillos! No sabían que habían de recorrer varios kilómetros entre ida y vuelta. Al darse cuenta de que habían de salir de la ciudad y atravesar el Po, debieron haber desistido de su intento y volver al colegio; pero, nunca ha sido la reflexión virtud de los muchachos, así que guiados solamente por la voz del corazón, y dejándose arrastrar los unos por el ejemplo de los otros, siguieron adelante sin descanso. El tiempo era lluvioso. Al llegar a cierto punto, como eran poco conocedores del lugar, perdieron el camino, e iban buscando a don Bosco a través de prados, campos y viñedos. Los que les encontraban les preguntaban: -Adónde vais? A quién buscáis? -Vamos a Sassi y buscamos a don Bosco: dónde está Sassi?, dónde está don Bosco? -Erráis el camino, respondían los campesinos: hay que volver atrás, dar la vuelta, y subir; pero nosotros no sabemos quién es ese (**Es2.342**))
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