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((**Es2.294**) pie a inacabables comentarios, que era lo que don Bosco deseaba, a fin de que nuestra fantasía tuviera siempre temas nuevos e inocentes en que ocuparse con intensidad. No bastaría un libro para exponer aquel período de la vida del Oratorio. Yo, continúa el informante, no tengo facilidad para describir cuanto vieron mis ojos, pero no quiero dejar de lado un acontecimiento singular. >>Iba don Bosco con unos veinte muchachos cantores a Sassi para una fiesta religiosa. Al llegar al Po tomó la margen derecha para llegar hasta el puente. Se le acercó una pandilla de jóvenes barqueros y le invitaron a atravesar el río en sus barcas. Sus gritos ensordecedores no le dejaban caminar. Como no pudiera don Bosco liberarse de su fastidiosa insistencia y, viendo cerca a un barquero fornido, robusto y de edad, le hizo señal para que preparase su barca, capaz para todos. El barquero alejó con amenazas a aquellos importunos, se acercó a don Bosco y nosotros lo seguimos bajando hasta ((**It2.389**)) la orilla. Entonces, aquellos mozalbetes, al ver frustrada su esperanza de ganar el pasaje, armaron una batahola infernal, desatándose en insultos contra el cura. Entre los jóvenes del Oratorio, ya acomodados en la barca, se colocaron algunos de aquellos desvergonzados, que miraban a derecha e izquierda con aire burlón. El barquero, sin dudarlo un momento y sin cumplidos, agarró a uno por la camisa, a otro por la espalda y los echó fuera. Se unieron estos a los compañeros, subieron al ribazo de la orilla, y, apenas empezó a moverse la barca agarraron guijarros, de los allí amontonados para empedrar las calles, y empezaron a arrojarlos contra la barca que se alejaba. Los muchachos asustados se apretujaban contra don Bosco, y algunos lloraban. Ciertamente había mucho peligro. Silbaban las piedras, hacían saltar el agua al caer y algunas chocaban contra los lados de la barca. Don Bosco decía con toda serenidad a los jóvenes: >>-Tranquilos y en vuestro sitio: no os tocará ni una piedra. >>Y así sucedió con maravilla de los miedosos, que pronto se encontraron fuera de tiro. Estalló entonces un estruendo de voces, silbidos y gritos de aquellos insolentes: >>-íYa volveréis a la tarde y nos veremos las caras! >>La barca atracó junto a Nuestra Señora del Pilar, y don Bosco fue a Sassi, donde sembró la alegría entre sus habitantes, con las agradables voces de su coro. Por la tarde volvieron a pie hasta el puente del Po. Iban los muchachos en filas apretadas. Cuando he aquí que llegan al sitio donde, de acuerdo con la amenaza, les aguardaban diez o doce mozalbetes barqueros. Clavaban en ellos los ojos (**Es2.294**))
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