Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es2.114**) de un lugar fijo para los recreos ordinarios, le concedió reunir alguna vez a sus chavales en el patio anejo a la Residencia. Tampoco era suficiente el local de detrás de la sacristía para reunir a todos en el catecismo, pues llegaban ya a ochenta. Le permitió entonces el teólogo Guala que ocupara también la sacristía. Y como, al estar divididos en dos y a veces en tres lugares, pues ocupaban el pequeño coro, don Bosco no podía él solo asistirlos, dispuso el mismo don Guala que le ayudaran algunos residentes, los cuales se repartieron las clases para la catequesis. Y aún más: tanto aumentaban los jóvenes, que don Bosco se vio obligado a dividirlos en dos sesiones y establecer dos turnos distintos para la catequesis. Esto tuvo lugar durante casi dos años seguidos. A veces citaba al atardecer de los días laborables a los más atrasados y les repetía las respuestas del catecismo una y otra vez, hasta que las aprendían de memoria y entendían su significado. ((**It2.137**)) Entretanto, se informaba de dónde vivía y trabajaba cada uno, para visitarlos a su tiempo, animarlos al bien y recomendarlos a sus respectivos jefes. Los domingos por la mañana les facilitaba la recepción de los santos sacramentos. Los muchachos sentían tanto afecto por don Bosco y le tenían tanta confianza, que todos querían confesarse con él. Y era cosa de ver en las fiestas su confesonario cercado de veinte, treinta, cuarenta y hasta cincuenta chavales, que aguardaban horas y horas su turno, para confiarle los secretos de su corazón. Después les celebraba misa y repartía la sagrada comunión a muchos de ellos, en medio de la sentida emoción de cuantos asistían a aquel espectáculo de prodigiosa reforma moral. Finalmente dirigía una breve instrucción a todos. Es de justicia reconocer que fue don Bosco quien acostumbró a tantos muchachos de la calle a la comunión frecuente, cuando regía la deplorable costumbre de que casi sólo por Pascua se acercaban a la sagrada mesa y ya adelantados en años. Don Bosco había entendido bien las palabras del Divino Jesús: <>. Por la tarde no asistían a la Bendición con S.D.M. por no haber comodidad para ello; pero don Bosco los entretenía después del catecismo 1 Marcos X, 14. 2 Juan X, 10. (**Es2.114**))
<Anterior: 2. 113><Siguiente: 2. 115>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com