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((**Es19.96**)((**It19.106**)) CAPITULO VI DECRETO DEL <> EN verdad la Iglesia no hace los Santos deprisa. Ni siquiera la aprobación de los milagros permite proceder sin más a la beatificación, sino que requiere todavía una Congregación general, llamada del Tuto. El objeto final de este procedimiento canónico lo explicó muy bien el Papa Pío XI en su discurso después de la proclamación del tuto para la beatificación del Venerable Pignatelli y de la Venerable Catalina Labouré 1. Dijo entonces el Padre Santo: >>Qué significa la palabra tuto? Es una palabrita latina que significa <>, o sea <>, es decir, con seguridad. Tuto equivale a <>. Para comprender de qué peligro se trata, basta leer la <> que figura a la cabeza del decreto, y a la que el mismo decreto responde: es decir, si después del examen y de la aprobación de los milagros reconocidos como tales, después de todo ese complejo de actas, que tales aprobaciones presuponen (procesos locales y ordinarios, procesos apostólicos, etc.), porque la Santa Iglesia es verdaderamente incansable en sus investigaciones y comprobaciones; si después de todo esto, se puede proceder sin peligro a los ulteriores actos de la beatificación y canonización; sin peligro, por tanto, de cosas menos verdaderas y menos buenas, sin peligro para la verdad y para la bondad. En estas Causas lo importante es que lo que se ha dicho en favor de los Siervos de Dios sea verdadero, y que lo que es verdad sea bueno, perfectamente bueno, heroicamente bueno. Puede parecer a algunos que la Iglesia sea excesiva en su estudio de exactitud, si después de tantas investigaciones, todavía quiere la seguridad, ((**It19.107**)) el tuto, para pronunciarse; pero no se requiere menos cuando se trata de la verdad y la bondad llevadas a ese campo; no se requiere menos para una encuesta que se eleva hasta el trono de Dios para admirar en él los frutos más exquisitos de la Redención y sacar esplendorosos e imitables ejemplos para proponer; para todo esto, se requiere una búsqueda tenaz de seguridad absoluta. La Iglesia quiere la seguridad y la posee, no sólo en la santidad oficial, reconocida, sino también en otros campos, que no son empero totalmente distintos, porque también se trata de la santidad. La Iglesia tiene el privilegio, el secreto de la seguridad: ella es la guardiana segura de la verdad y del bien. Verdad y bien son las dos únicas palabras que responden plenamente al ser, a la perfección de la inteligencia y de la voluntad del hombre, y por eso son las más interesantes y las más importantes. 1 L'Osservatore Romano, 13 de marzo de 1933.(**Es19.96**))
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