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((**Es19.54**) firma papal presenta la particularidad de que va firmada con el placet y el nombre de pila; en nuestro caso: Placet. Josephus. Hecho esto, el Secretario de Ritos, monseñor Paníci ((**It19.54**)) redactó el decreto, que fue publicado y fijado en las puertas de las iglesias e incluido en el Boletín de las Acta Apostolicae Sedis. He aquí la traducción del mismo: Dios, creador y supremo mantenedor de la familia humana, lo mismo que en otros tiempos, también en los nuestros se cuida con especial solicitud de los males de la sociedad cristiana; acude en su ayuda con oportunos auxilios, y recursos por medio de hombres elegidos, insignes por su virtud extraordinaria y operativa, los cuales parece que hacen a todos partícipes de su espíritu saludable y vital, y de su ardor. Entre éstos, en el siglo recientemente pasado, la Divina Providencia envió, para ayuda y ornamento de su Iglesia, el sacerdote Juan Bosco el cual, siguiendo los pasos de los santos José Calasanz, Vicente de Paúl, Juan Bautista de la Salle y otros de la misma virtud y grandeza, haciéndose todo para todos por salvarlos, se dedicó por entero, con la Pía Sociedad Salesiana, que él mismo fundó, y con otras varias obras, a conducir a los hombres a la eterna salvación y especialmente a educar e instruir a los muchachos en la religión, prepararlos a los estudios o a las artes. Nació el Siervo de Dios en Morialdo, junto a Castelnuovo de Asti, de padres honrados y piadosos, Francisco y Margarita Occhiena, el 16 de agosto de 1815, Habiéndose quedado huérfano a la edad de tres años, creció bajo los amorosos y diligentes cuidados de la madre viuda, que daba a los hijos luminoso ejemplo de amor al trabajo, la seriedad y la virtud. Chiquillo todavía, viviendo en casa y muy querido, se ganaba la comida ayudando al trabajo del campo. A los diez años, como demostrara talento y memoria, empezó a estudiar, bajo la dirección del capellán de su pueblo, don Juan Calosso, que lo tuvo con gusto en casa como alumno. Poco después, habiendo muerto el maestro, volvió al trabajo del campo y el pastoreo por algún tiempo, mas sin abandonar totalmente los estudios, hasta que su piadosa madre, apoyando los deseos del hijo, empezó a enviarlo diariamente a Castelnuovo, a diez kilómetros, donde asistía asiduamente a las escuelas municipales y aprendía al mismo tiempo, con el párroco del lugar, los primeros elementos de la lengua latina. Se trasladó luego a Chieri, donde hizo los cinco cursos del bachillerato, con mucho éxito y ganando varios premios, mientras procuraba confirmar a los compañeros buenos en la virtud y llevar a los perdidos al buen sendero. A tal fin, en determinados días y horas, reunía Juan a los muchachos en una sociedad que llamó de la alegría y los entretenía con inocentes diversiones, adaptadas a la edad, alternándolas con las prácticas de piedad: uno de los frutos de esta su actividad juvenil fue la conversión a la fe católica de un joven judío, lo cual ocasionó gran alegría entre los compañeros. Tal género de vida y de ocupaciones debe considerarse como ((**It19.55**)) la preparación a un estado más alto, al que fue ayudado el Siervo de Dios, en su incertidumbre, por la oportuna ayuda del párroco de Castelnuovo, el reverendo Cinzano, y especialmente por el Venerable Cafasso, cuyos consejos y ejemplos empezó a seguir desde entonces. En el año 1834, vigésimo de su edad, vistió la sotana en Castelnuovo, en la iglesia parroquial de S. Miguel Arcángel, el día de la fiesta; y en aquella ocasión escribió(**Es19.54**))
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