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((**Es19.265**) fruto de la vida cristiana adquirida con la educación cristiana, vida cristiana de la que nacen también los grandes santos, los santos gigantes, como los recientes Cottolengo y don Bosco, que no eran más que la vida cristiana vivida en plenitud. Y después, al entregarles la medalla del nuevo Santo, dijo que también él era un gran hermano cristiano, que realizó en el campo de la educación cristiana una inmensa cosecha de bien 1. Pero habló más eficazmente sobre don Bosco a más de doscientos jóvenes del Seminario Pontificio Romano Mayor, Jurídico y Menor. He aquí las reflexiones y enseñanzas que dio: <((**It19.319**)) por el estudio, al extremo de correr el peligro de ser víctima del estudio. Don Bosco pensaba proporcionar a la Iglesia y a Italia una historia que fuese para la Iglesia justamente lo que había sido y es para Italia la obra de Muratori, también un santo sacerdote. He aquí dos aspectos de la figura de don Bosco; y ante esta doble consideración los jóvenes seminaristas son llamados a reflexionar sobre lo que les conviene, precisamente a ellos: sobre la piedad y sobre el estudio. Mas la piedad debe ocupar siempre el primer lugar, porque si se coloca el estudio por delante, se convierte en un fastuosa inutilidad y en un espléndido peligro. En cambio, mirando la figura de S. Juan Bosco, podéis prepararos libremente a la vida y a la acción; porque su figura constituye una verdadera maravilla para todos, tanto que son muy pocos los que en la historia del sacerdocio y del apostolado han hecho y preparado tanto 1 L'Oss. Rom., 15 de abril. (**Es19.265**))
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