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((**Es19.220**) Braschi la recepción del Príncipe del Piamonte. Anunciaron su llegada tres toques de trompeta. Precedido de un coche guía llegó el suyo, y detrás otros cuatro con los miembros de su Casa civil y militar. Descendió Humberto de Saboya, vestido con uniforme de gala de general, con el Collar de la Anunciación y las insignias de la suprema Orden de Cristo, saludó la bandera de la Guardia Palatina que rendía los honores militares, y, saludado él por Mons. Nardone, secretario de la Congregación del Ceremonial, y por el príncipe Massimo, superintendente de las postas pontificias 1, acompañado por el conde De Vecchi, Embajador de Italia ante la Santa Sede, y seguido del comandante de la Guardia Palatina, al son de la marcha real, pasó revista a la compañía de honor. Llegó entonces al zaguán de la escalinata, estrechó la mano de los personajes que le eran presentados y, escoltado por la Guardia Suiza y precedido por un Sargento Mayor de la misma, por cuatro <> y dos <> 2, se dirigió hacia el interior de San Pedro. El arzobispo Pelizzo, ecónomo de la reverenda fábrica de la basílica, asistido por los maestros de ceremonias del Cabildo Vaticano, le ofreció el agua bendita. Su Alteza se santiguó, atravesó las salas de la sacristía y fue a arrodillarse en la Capilla del Coro, donde estaba expuesto el Santísimo. Después de una breve adoración, pasó a la nave central y se dirigió hacia su tribuna, a pocos pasos del trono papal. Cuando la multitud reconoció al representante del Rey de Italia, prorrumpió en fuertes aclamaciones. ((**It19.263**)) El respondía sonriente con la mano. Cuando llegó ante la Confesión, los muchachos le tributaron una ovación frenética. En las tribunas de las representaciones italianas se levantaban los brazos con el saludo fascista. En el ábside resonaron los vítores de los embajadores y de la población romana. El Príncipe, con garbo y gracia, se volvía de un lado para otro dando gracias, hasta que llegó a su propia tribuna, donde se arrodilló devotamente e inclinó la cabeza entre las manos en actitud de oración. Mientras el público distraía la espera observando la llegada de los Príncipes y Soberanos y del hijo de Víctor Manuel III, ya había hecho parte de su camino la incomparable procesión que precedía el cortejo papal. Detengámonos a describirla. 1 Título hereditario de la familia de los Príncipes Massimo. En los tiempos en que se viajaba en carroza, el superintendente de las postas pontificias era el encargado de que el Papa encontrase en cada posta todo lo que necesitara para la parada y la prosecución del viaje. 2 Bussolante: título que se da a los familiares del Papa, pertenecientes a la antesala papal; sediario: al destinado a llevar la silla gestatoria papal (N. del T.). (**Es19.220**))
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