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((**Es19.150**) del Oratorio, en la plaza de María Auxiliadora y a lo largo de la avenida Regina Margherita las ejecuciones musicales, salmodias, predicaciones, oraciones, que se hicieran en la Basílica. Era una novedad en el campo religioso, que fue después imitada en varios lugares. La misma subcomisión facilitó los enseres para documentar con fotografías y películas cinematográficas los detalles más salientes del traslado. Preparativos para el cortejo El trabajo mayor fue el encomendado a la cuarta subcomisión: la preparación del cortejo que debía acompañar el cuerpo del Beato desde Valsálice a Valdocco. Si se quería que todo respondiese a las esperanzas universales, no bastaba ciertamente trazar un plan grandioso, sino hacerlo posible y de segura realización. De ello se preocupó personalmente don Pedro Ricaldone, el cual supo buscar colaboradores a propósito y dirigir su actuación. Comenzó por estudiar detalladamente el recorrido y buscarse el apoyo de las Autoridades ciudadanas. Después se dispuso a calcular las modalidades que debían regular el desfile. Con escuadras de alumnos del Oratorio repitió varias veces los ensayos para determinar la extensión de las columnas y medir el tiempo de la marcha. Resultaba indispensable hacer estas pruebas previamente, porque eran cada vez más los participantes que se anunciaban: el cálculo preventivo de sesenta mil, elevado luego a cien mil, resultó ((**It19.174**)) después inferior a la realidad. Se fijaron dieciocho agrupaciones, al frente de cada una de las cuales se colocó un sacerdote salesiano, dotado de la necesaria energía. Hecho el cálculo aproximado de los individuos asignados a cada grupo, don Pedro Ricaldone dio instrucciones a los jefes para que movilizaran unos doscientos ayudantes elegidos entre los exalumnos, los padres de familia asociados y los jóvenes de los oratorios festivos. Señores de profesiones liberales, estudiantes y obreros prestáronse a ello con verdadero fervor, sacrificando muchas horas de descanso para asistir a las reuniones. Con el título de reguladores fueron repartidos entre los jefes de grupos, en número proporcionado al contingente del grupo respectivo. Algunos ilustres eclesiásticos se ofrecieron para la asistencia de los Cardenales y Obispos, y algunos señores de la aristocracia aceptaron el ocuparse del ceremonial para las personalidades más distinguidas. Una vez compilados así los cuadros, eligió don Pedro Ricaldone los puntos de concentración de los grupos, lo mismo para la partida (**Es19.150**))
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